LA ALQU
IMIA
Injustamente desconocido por los Hijos del Arte Real de Latinoamérica y España, Archibald Cokren
sería autor de un solo texto, que afirmamos con todo vigor, merece ser
difundido, estudiado, meditado, y, por cierto, practicado en el sacro
Laboratorio.
Alchemy Rediscovered and Restored, es el título del fruto de las investigaciones de Cokren.
Consta de una primera parte, donde hace un repaso de la historia de la
Alquimia; una segunda, de carácter operativo, donde explica con algún
detalle sus labores con ciertas materias, entre las cuales señala el
antimonio, el hierro, la plata y el cobre, de las cuales dice extraer un
aceite dotado de cualidades maravillosas; y una tercera, donde se
incluyen textos de uno de los Sabios predilectos de Cokren: Paracelso.
Sobre nuestro autor, Jean-Pascal Ruggiu - quien es Imperator del Templo Ahathoör N° 7 de la Golden Dawn - en su artículo Rosicrucian Alchemy and the Hermetic Order of the Golden Dawn (Ver el sitio http://www.golden-dawn.com),
nos provee de una información valiosa, que aunque extensa y sin indicar
las fuentes de donde la obtuvo, no dudamos por ello incluir en su
integridad. He aquí lo expuesto por el miembro de la Golden Dawn:
"Archibald Cockren, quien fue el más grande alquimista británico de
este siglo. Cockren fue un genuino adepto que vivió en Londres en los
'30 y parece haber sido un miembro del Alpha Omega. Escribió Alquimia
Redescubierta y Restaurada (1940). Ithell Colqhoun escribió que cuando
Garstin visitó su asombroso laboratorio, Cockren le mostró "el Huevo de
los Filósofos, un contenedor de vidrio que contenía capa sobre capa en
los colores tradicionales de negro, gris, blanco y amarillo. Encima
habían florecido en un patrón de forma similar a una flor, un patrón
ordenado como pétalos alrededor de un centro, todo de un naranja -
escarlata. Manteniendo su materia base durante un largo tiempo en un
calor suave constante, Cockren había logrado que creciese; tenía ramas
como un árbol. Es notable que la descripción de Garstin de esta flor
filosofal es bastante similar a la de la Flor Roja descripta en el Libro
de las 22 Hojas Herméticas; de hecho, Cockren siguió la vía del "Plomo
de los Sabios". Siguió instrucciones que también encontró en los
escritos de Sir George Ripley - probablemente en el Bosom Book - que dan
un método de preparación de la piedra de los filósofos. De acuerdo a
Garstin, Cockren siempre usó un "Pentagrama abierto" durante sus
experimentos alquímicos, lo que es la prueba de que siguió las
instrucciones dadas en los Rituales Alquímicos Z.2 de la Golden Dawn.
Archibald Cockren preparó aceites extraídos de metales, y especialmente
aceite de oro, el más poderoso para curar enfermedades. Curó a la Sra.
Maiya Tranchell-Hayes (Soror Ex Fide Fortis, Imperatrix de un Templo
Alpha Omega) de una desestabilización nerviosa dándole tres gotas de
aceite de plata. Cockren también salvó la vida de Gerard Heym al
comienzo de la Segunda Guerra Mundial, dándole un bálsamo cuando este
fue herido en el Servicio de Incendios. Durante el año 1965, Gerard Heym
le dijo a la Sra. Colqhoun que uno de sus amigos, de 95 años de edad,
había bebido oro potable dado por Cockren obteniendo gran beneficio; su
efecto fue prolongar su vida y su juventud. De acuerdo a la Sra.
Colqhoun, Archibald Cockren fue muerto durante la Segunda Guerra Mundial
cuando una bomba destruyó su laboratorio; pero de acuerdo a C. R.
Cammell, Cockren sobrevivió al 'impacto' de guerra en su laboratorio que
estaba protegido. Cammell dice que "cuando su laboratorio fue arruinado
por una explosión cercana de una bomba, las retortas, conteniendo los
elixires, en todos los estados de transmutación, no fueron dañadas - lo
que parecía ser un milagro, y de hecho lo era". De acuerdo a Cammell,
Cockren se mudó a Brighton "donde en el umbral de un triunfo final
(descubrir la Piedra Filosofal), murió hace algunos años - alrededor de
1950". Cammell afirma que "Cockren le dio en varios momentos dos
frasquitos de un elixir de oro, siendo la dosis unas pocas gotas tomadas
con vino". Cammell dice: "El beneficio para mi fue increíble. En el
período más terrible del ataque aéreo alemán en 1940, cuando estaba
constantemente ocupado en trabajo de Precaución de Ataque Aéreo, este
elixir me exaltó tanto que, cuando lo tomaba, experimentaba poca fatiga o
depresión nerviosa, necesitaba poco sueño o comida, y sentía y me veía
saludable y vigoroso".
R. Benito Vidal, por su parte y tomando la información obtenida de Jacques Sadoul, nos dice que fue testigo de las operaciones alquímicas de Cokren, C. R. Cammell, miembro de la Royal Society y amigo suyo. Burland, citado por Benito Vidal, señala que la veracidad y seriedad de Cammel
está fuera de toda duda, y que "durante unos seis meses, Cammel pudo
ver un "cristal" de oro emergiendo de una masa negra, crecer y
desarrollarse como si fuera una cactácea en el interior de un recipiente
sellado herméticamente, en el propio laboratorio de Cockren" (Tratado de alquimia. R. Benito Vidal. M. E. Editores, S.L. Madrid, 1995. pp.132-133).
La actual traducción al castellano, y que es sólo
relativa a la parte práctica - que, digámoslo derechamente, nos ha
parecido constituir el real aporte del alquimista inglés a los Amantes
de la Ciencia -, ha tenido por base la versión en hiper-texto del
original - cuya fecha sería 1940 ó 1941-, y que se encuentra íntegro en http://www.hermetics.org/cockren.html.
El lenguaje empleado por Cokren, a veces demasiado informal, nos ha
dificultado su traducción, por lo cual con toda humildad solicitamos a
quienes dominen con soltura el idioma inglés nos envíen las posibles
correcciones a nuestra pequeña labor, al siguiente e-mail:
sergio_fritz@yahoo.com
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LA ALQUIMIA
REDESCUBIERTA Y RESTAURADA
(Fragmento)
Archibald Cockren
Después de un estudio cuidadoso del "Carro
triunfal del antimonio" de Basilio Valentín, decidí hacer mis primeros
experimentos con antimonio. Pronto encontré, sin embargo, que al llegar a
un punto crucial, la llave había sido retenida deliberadamente, y una
disertación sobre teología se encontraba inserta en su lugar.
Gradualmente, sin embargo, comprendí que el discurso teológico no se
hallaba sin objeto; sino que era el medio de velar una pista valiosa de
cierta clase. Después de mucho trabajo, un líquido de oro fragante
finalmente fue obtenido del antimonio, aunque esto era solamente el
principio. El alkahest de los alquimistas, la Primera Materia,
todavía seguía siendo un misterio. Entonces, vinieron los procesos con
hierro y cobre. Después de la purificación de las sales o del vitriolo
de estos metales, de la calcinación, y de obtener una sal del metal
calcinado por un proceso especial, seguida por la destilación cuidadosa y
la nueva destilación en alcoholes rectificados del vino, el aceite de
estos metales fue obtenido, algunas gotas de las cuales utilicé solas, o
en conjunción, muy eficaces para la curación de la anemia y la
debilidad; la cual la medicina ordinaria del hierro no pudo alcanzar.
¡La conjunción del hierro y del cobre demostró ser un elixir muy
estimulante y regenerativo, por ejemplo para despejar el cuerpo de las
toxinas! Recuerdo que al tomar algunas gotas, éstas igualan a la
perspectiva que se tiene de un encanto del trabajo mental bastante
vigoroso, incluso después de un día realmente laborioso, parecía que no
se llevaba a cabo en mí ningún terror! Pero todavía el alkahest
seguía siendo un enigma, y los experimentos fueron llevados más lejos,
ahora con plata y mercurio. Respecto a la primera, la plata fina fue
reducida con el ácido nítrico a las sales del metal, lavadas
cuidadosamente en agua destilada, sublimada a través de un proceso
especial, finalmente obteniendo un aceite blanco que tenía un efecto muy
calmante en casos altamente nerviosos. En el caso del mercurio, el
metal al ser reducido a su aceite, produjo un líquido cristalino claro
con grandes características curativas, pero a diferencia del mercurio
común, sin cualidades venenosas. Después de esto, decidí trabajar sobre
oro fino, es decir sin ninguna aleación. El oro fue disuelto en Aqua
Regia y reducido a las sales del oro (*1);
éstas fueron lavadas en agua destilada, las que a su vuelta fueron
evaporadas para así eliminar sus características cáusticas. Fue en este
punto que se presentó una dificultad muy cierta, dado que cuando estas
sales del oro pierden su acidez, lentamente tienden a volver a su
antigua forma metálica. Sin embargo, finalmente un elixir fue obtenido
de ellas a través de la destilación, aunque incluso entonces un residuo
del oro metálico fino quedaba en la parte baja de la retorta
Habiendo llegado a este punto me di cuenta que el alkahest
de los filósofos, el aceite verdadero del oro, no podría ser obtenido,
sino volvía otra vez a las escrituras de los alquimistas a fin de
obtener la clave. Los experimentos que había hecho aligeraban
considerablemente mi tarea, y un día mientras estaba sentado con actitud
reservada en la concentración profunda, la solución al problema fuer
revelada en un destello, y al mismo tiempo muchas de las elocuciones
enigmáticas de los alquimistas se hicieron claras a mi entendimiento.
Entonces, di un nuevo rumbo al experimento,
utilizando un metal para los propósitos operativos con el cual no había
tenido ninguna prueba anteriormente. Este metal, después de ser reducido
a sus sales y experimentando la preparación y destilación especiales,
libertó el mercurio de los filósofos, Aqua Benedicta, Aqua Celestis,
agua del paraíso. La primera insinuación que tuve de este triunfo fue un
silbar violento, que se manifestaba en un chorro del vapor que caía de
la retorta y en el receptor, como si se tratare de las explosiones
agudas de un arma (*2); entonces hubo una
explosión violenta, mientras que un olor muy potente y sutil llenó el
laboratorio y sus alrededores. Un amigo ha descrito este olor como
semejante a la tierra cubierta de rocío durante una mañana de junio, con
la sugerencia de flores crecientes en el aire, la respiración del brezo
y de la colina excesivos de viento, y el olor dulce de la lluvia en la
tierra seca. Nicolás Flamel, después de buscar y experimentar desde la
edad de veinte años, escribió al tener ochenta: "Finalmente encontré
aquello que deseaba, lo cual pronto conocí por el olor fuerte de
aquello". ¿Esto no coincide, esta voz de del siglo catorce, con mi
propia descripción de aquel olor sutil y peculiar? Cremer, también
escribiendo a inicios del siglo catorce, dice: "Cuando este feliz
acontecimiento ocurre, la casa entera se llenará de una fragancia dulce
maravillosa, y luego será el día de la Navidad de esta preparación
bendita". Al llegar a este punto mi dificultad siguiente consistía en
hallar una manera de almacenar este gas sutil, sin que existiera peligro
por mi parte. Esto lo logré gracias a las bobinas de la tubería de
cristal en el agua unida para arriba con mi receptor, junto con un
gobierno perfecto del calor. El resultado fue que el gas condensó
gradualmente en un agua dorada clara, muy inflamable y muy volátil. Esta
agua debía entonces que ser separada por la destilación. El resultado
fue la obtención del agua mercurial blanca descrita por el Conde de
Saint Germain, como su athoeter o agua primigenia de todos los
metales. Citaré otra vez la introducción de Manli Hall a "La Santísima
Trinosofía", el pasaje en que Casanova describe el athoeter: "Entonces me mostró su rnagisterio al que él llamó Athoeter.
Alumbró un líquido blanco contenido en un vaso bien tapado. Me dijo que
este líquido era el alcohol universal de la naturaleza y que si la cera
del tapón fuera pinchada levemente, desaparecería el conjunto del
contenido. Le pedí que hiciera el experimento. Él con eso me dio el vaso
y el perno y yo mismo pinché la cera, cuando al realizar esto me di
cuenta que el vaso ahora estaba vacío".
Este pasaje describe que esta agua es tan volátil que
se evapora rápidamente si ha sido destapado el vaso que la contiene,
hirviendo a una temperatura muy baja. Esta agua mercurial, el athoeter de
Saint Germain, es absolutamente necesario para obtener el aceite del
oro, que se logra por su adición a las sales del oro después de que esas
sales hayan sido lavadas con agua destilada varias veces a fin de
quitar la fuerte acidez del Aqua Regia, usada para reducir el metal a
ese estado. Cuando el Agua Mercurial se agrega a estas sales del oro, se
escuchará un silbar leve, percibiéndose un aumento de calor, y
convirtiéndose el oro en un líquido rojo profundo, del cual se obtiene,
por medio de la destilación, el aceite del oro, líquido ambarino
profundo de una consistencia aceitosa. Este aceite, que es el oro
potable del alquimista, nunca volverá a la forma metálica de oro. Puedo
ahora entender, pienso, cómo es que algunos de los pacientes a quienes
las sales del oro se han administrado, han sucumbido al envenenamiento
por el oro. Siempre y cuando las sales se encuentren en una solución
ácida, seguirán siendo solubles; sin embargo, el medio que disuelve
pierde directamente su acidez y llega a ser neutral o alcalino, y las
sales tienden a formar otra vez el oro metálico. Es probable qué esto
suceda en el caso de la inyección de las sales del oro en los líquidos
intercelulares alcalinos, que en algunos casos conduce a resultados
fatales. ¡No se imaginen que los químicos saben todo sobre los metales!
No, como la cita siguiente del informe de la dirección presidencial del
Profesor Charles Gibson dirigido a "Las investigaciones recientes en la
química del oro", parecerían demostrar: La dirección era de una
naturaleza altamente técnica. Uno de los principales puntos del libro es
que las opiniones actuales sobre la constitución de las sales del oro
son incorrectas. Éstas nunca tienen la misma naturaleza que las sales
metálicas normales con fórmulas simples tales como AuC1 o AuBr3, sino
que siempre son de una constitución compleja.
Del agua de oro que he descrito se puede obtener esta
agua blanca, y una tintura roja púrpura que aumenta en profundidad de
color más tiempo se guarde; estos dos elementos son el mercurio y el
azufre descritos por los alquimistas, son el Sol el Padre y la Luna la
Madre, los principios masculino y femenino, el Mercurio blanco y el
Mercurio rojo, que al unirse toman la forma de un líquido ambarino
profundo. Éste es el Oro de los Filósofos (*3), que no se hace del oro
metálico, sino de otro metal, siendo un elixir mucho más potente que el
aceite del oro. Este líquido ambarino profundo brilla y refleja e
intensifica literalmente rayos luminosos a un grado extraordinario. Ha
sido descrito por muchos alquimistas, lo que otra vez corroboró mi
trabajo en el laboratorio. De hecho, cada paso que he dado en el
laboratorio lo he encontrado en el trabajo de los varios seguidores del
Arte Espagírico.
Y ahora el objetivo final: la Piedra de los
Filósofos. Habiendo encontrando mis dos principios, el mercurio y el
azufre, mi paso siguiente era purificar el cuerpo muerto del metal, es
decir, las heces negras del metal después de la extracción del agua de
oro. Esta fue calcinada a la rojez y cuidadosamente fue separada hasta
que se convirtió en una sal blanca. Los tres principios fueron entonces
unidos en ciertas cantidades exactas en un frasco herméticamente sellado
en un calor fijo - ni demasiado caliente ni demasiado frío-. El cuidado
en cuanto al grado exacto de calor es esencial. Cualquier descuido en
su regulación estropearía totalmente la mezcla.
En la conjunción, la mezcla adquiere el aspecto de un
fango de plomo, que se levanta lentamente como la pasta hasta que lanza
encima una formación cristalina, algo semejante a una planta coralina
en crecimiento. Las flores de esta planta se componen de los pétalos del
cristal que están cambiando continuamente en color. Como aumenta el
calor, esta formación se derrite transformándose en un líquido color
ambarino, que se convierte gradualmente en algo más denso hasta hundirse
en una tierra negra al fondo del cristal. En este punto (el Signo del
Cuervo Negro (*4) en la literatura
alquímica) la mayor parte del fermento o mercurio, se agrega. En este
proceso, que es una sublimación continua, se utiliza un frasco largo y
nacarado, herméticamente sellado, pudiendo uno mirar el vapor (*5)
al levantarse encima del cuello del frasco y al condensarse a los
lados. Este proceso continúa hasta que el estado de "oscuridad seca" se
logra. Cuando la mayor parte del mercurio se agrega, se disuelve el
polvo negro, y de esta conjunción una sustancia nueva surge, o, como los
alquimistas habrían dicho, el hijo nace. Dado que el color negro
disminuye, la mezcla se convierte en blanca y resplandeciente; es el
Elixir Blanco. El calor se levanta gradualmente, y de blanco el color
cambia al citrino y finalmente al rojo. Es el Elixir Vitae, la Piedra de
los Filósofos, la Medicina de hombres y metales. De sus escrituras,
aparece que muchos alquimistas encontraron innecesario llevar el elixir a
esta etapa final, siendo la solución color citrino adecuada para sus
propósitos. Es interesante observar que una manifestación enteramente
diversa viene a presentarse después de la separación de los tres
elementos y de su re-conjunción, debajo del vaso sellado de Hermes. Por
la separación y unificación deliberadas del mercurio, del azufre, y de
la sal, los tres elementos se muestran como una manifestación más
perfecta que la ocurrida inicialmente.
NOTAS (Sergio Fritz)
*1: En el Rosario de los Filósofos
( Muñoz Moya y Montraveta, editores, S.A. Barcelona. 1986. p. 72), dice
Avicena: "Si quieres enriquecerte, prepara las sales, hasta que sean
agua pura, pues las sales son convertidas en espíritu por el fuego. Las sales son la raíz de tu obra".
Hemos puesto con cursiva la última frase citada, para llamar la
atención del fiel buscador a un hecho que comprendió claramente Cokren.
Para él tres procesos eran fundamentales: reducir los metales a una sal,
a un vapor y a un aceite.
2: Esta es una clara referencia a aquello que los
hermetistas denominan "Canto de Cisne"; etapa alentadora para el
estudiante en los procesos de la Gran Obra, y, que, ¡oh, sorprendente
incógnita!, implica, sin embargo, un riesgo evidente; pues se trata de
la emisión de gases tóxicos. Pueden encontrarse referencias a este
momento en la opus del maestro Canseliet como en los documentos
internos de los FAR+C (Frères Aînés de la Rose Croix), algunos de los
cuales se nos ha permitido estudiar.
*3: "Por la solución del oro filosófico ... se obtiene el mercurio filosófico, compuesto por el fijo y el volátil, aun no radicalmente unidos, pero susceptibles de coagulación" (Las moradas filosofales. Fulcanelli. Plaza & Janes, S.A. Editores. Quinta edición, 1977. p.237).
*4: Alberto Grande es muy explícito al respecto. En el Compuesto de los Compuestos (en Textos básicos de Alquimia.
Traducción y compilación a cargo de Mario Martínez de Arroyo. Editorial
Dédalo. Buenos Aires. 1983) expresa: "Ya no se elevará más sustancia
aérea humeante y nuestro Mercurio quedará en el fondo, seco, despojado
de su humedad, podrido, coagulado, convertido en una tierra negra, que
se llama Cabeza negra del cuervo, elemento seco terroso". Y en la página
siguiente del texto indicado: "He aquí que por la gracia de Dios,
tienes el segundo compuesto de la piedra filosofal, que es la Tierra
negra, Cabeza de cuervo, madre, corazón y raíz de los otros colores".
*5: En el Rosario de los Filósofos (Op.
cit., p. 44) dice Geber: "La materia primera de los cuerpos no es el
mercurio vulgar sino un vapor untuoso". Luego, en página 45: "Y un tal
vapor es llamado piedra..."
© Sergio Fritz Roa
Nota: ARTICULO ESCRITO EL 6 de octubre de 2002.