Todos los muertos se emborrachan con la vieja y fría lluvia
En el extraño cementerio de Lofoten
El reloj del deshielo hace tic tac en la lontananza
Hasta el corazón de los pobres ataúdes de Lofoten
Y gracias a los agujeros abiertos por la negra primavera
Los cuervos se ceban con fría carne humana
Y gracias al tenue sonido de la voz de un niño
El sueño es dulce para los muertos en Lofoten
Probablemente no veré jamás
Ni el mar, ni las tumbas de Lofoten
Y sin embargo están en mí, como nunca,
Este lejano rincón de tierra y todas sus penas
Vosotros desaparecidos, vosotros suicidas, vosotros lejanos
al extraño cementerio de Lofoten
- El nombre resuena en mis oídos - tan lejano, tan dulce.
Dime, en verdad: ¿ duermes, duermes?
Podrías contarme cosas mucho más divertidas
Mirífica claridad, de la que mi copita de plata esté llena
De las historias más encantadoras y menos locas
Déjame tranquilo con tu Lofoten
Hace buen tiempo. En el fogón dulcemente se pasa
La voz del más melancólico entre los meses
¡Ah! Los muertos, incluso ahí los de Lofoten
Los muertos, en el fondo los muertos están menos muertos que yo
NOTA de los años 90: Nos parece que ésta es la primera vez que se traduce al castellano un poema del lituano Oscar Vladislas de Lubicz Milosz (1877-1939). Para quienes deseen saber algo de él, digamos que habría sido amigo de Fulcanelli, y muy cercano a Schwaller de Lubicz, quien recibió del primero este título. Unió poesía al interés por el Arte Real, el teatro y la independencia de su Patria, sometida por los soviéticos. La presente traducción estuvo a cargo de nuestro Hermano en el Arte, Burkhard, y la ayuda de Sergio Fritz Roa. Agradecemos la indispensable revisión del texto hecha por José A. Puche Riart. |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario