Es una gran alegría anunciar la PREVENTA de mi ensayo Brujería Chilena, Tomo II.



Es una gran alegría anunciar la PREVENTA de mi ensayo Brujería Chilena, Tomo II.
LA CASA DE MARIONETAS
Desde siempre, supe
que Valparaíso no era una ciudad como las otras. Algunos esoteristas la han llamado
"el Puerto de los Muertos", mientras excéntricos poetas murmuran que al
caer la noche, parece brotar otra urbe desde grietas que ninguna cartografía
oficial ha querido registrar. Yo, sin embargo, había decidido ignorar esas
habladurías… hasta que Elisa me habló de La Casa de Marionetas…
Ella era algo así como
una “follamiga”, una “amiga con ventaja”. Reconozco que siempre estuve
enamorado de esa hembra. Ataviada de finos corsés, faldas de cuero negro,
medias de rejilla, y una bella melena negra, era imposible ser inmune a sus
influjos. Pero, como nunca percibí un interés real de ella hacia mí en el
sentido de querer una relación más profunda, aceptaba mi rol sin quejarme de
poder acceder no sólo a su amistad, sino tener de vez en cuando ciertos
privilegios sexuales…
Pero tanto como su personalidad
sensual —propia de una auténtica vampiresa—, amaba su osadía en la vida. Nadie como
ella para adentrarse en los lugares más temibles de Valparaíso y tener
aventuras deportivas arriesgadas (“extremas”) en los cerros: lanzarse en caída y
a toda velocidad en bicicleta, por las calles empedradas, o hacer parkour en los más altos edificios
porteños.
En sus travesías por
rincones desconocidos de los cerros de la ciudad, había dado por casualidad con
un lugar que llamó La Casa de las Marionetas. Se trataba de un antro nocturno e
ilegal, de baja calaña, aunque de gran interés para personas de gustos exótico
como nosotros. Allí se reunían prostitutas, delincuentes, poetas desquiciados,
payasos callejeros y ancianos con miradas perversas. Aunque tal vez esto no era inusual en
Valparaíso, lo que lo hacía realmente atractivo era el hecho que parecían
pertenecer todos a un culto o secta… ¿Por qué Elisa lo creía? No estaba segura,
pero vio ciertos particulares gestos y formas de saludarse (como los que tienen
los masones), que la llevaron a esa conclusión. Ello, sumado al existir muchas
marionetas en distintas partes de la Casa, a la que los habituales parecían
venerar…
Quería que buscásemos
el lugar e intentásemos averiguar más. Y yo, obediente —¿acaso alguien podía desobedecerla?—, no lo dudé.
Anochecía, cuando
impulsados por una voluntad demoniaca, caminamos siguiendo los vagos recuerdos
de Elisa. Las calles del puerto se retorcían como nervios vivos bajo la niebla.
Los postes de luz se presentaban como si fueran huesos más que madera u hormigón. Y las casas, parecían contemplarnos
con ojos que no eran ventanas…
Todo era un cuadro
sugerente de larvas mentales y espantos.
Mi memoria retiene
haber cruzado el Cerro Toro, uno de los más peligrosos del puerto, llegando a
uno o dos cerros más arriba.
Por suerte, éramos
conocidos en el primero, lo que nos facultó entrar sin mayor inconveniente. Como
cortesía o “peaje”, obsequiamos unos gramos de droga a unos tipos de mirada
ansiosa y con armas de fuego, que ya habíamos visto en otras ocasiones.
Y luego, mi memoria se
hace borrosa en cuanto a los lugares que pasamos. Todo devino como un carrusel
pesadillesco…
Sólo vi una luz rojiza
al final de un pasaje y supe que era allí.
Una vez dentro, nos
sentamos frente a una mesa, siendo atendidos muy pronto por un tipo jorobado y
de labios leporinos. Era, por supuesto, el garzón.
—Qué. Qué… Qué van… Qué van a querer…sí,
que van a… ¿a querer, ustedes? —dijo, demostrando que además era tartamudo—.
Pedimos el vino de
casa, mientras observábamos la grotesca reunión de personajes presentes. Un
poco más allá de nosotros, una mujerzuela mostraba sus inmensos senos a un anciano
borracho y colorín, en otra mesa dos inmensos y rudos hombres jugaban a los
naipes, cerca de la puerta un trabajador portuario de cara cortada fumaba su
pipa, mientras algunas personas bailaban o hacían algo que con mucha
generosidad podríamos llamar baile…
Entonces, vi las
marionetas…
Estaban desperdigadas
en diferentes puntos del local. En las ventanas, al lado de los licores, cerca
de una lámpara… Eran como otros participantes. ¡Sí! Las percibí no como meros
juguetes u objetos artísticos, sino como seres vivos… O como recipientes de
almas…
Elisa me miró. Se
había dado cuenta de mi descubrimiento.
—¿Sabes? —me dijo, con esa voz deliciosa que emanaba de sus
rojizos labios—. Hay algo insano en esas putas
marionetas… No sé porqué, pero creo que tienen que ver con acciones muy
siniestras. No son sólo objetos decorativos…
Pensé lo mismo y un
calofrío me recorrió la espalda.
Posteriormente,
motivados por el efecto embriagante del vino —un inesperado y exquisito brebaje—, nos fuimos acercando; y, en ese
ambiente decadente, con luces chillonas y humos de tabaco de dudosa calidad, nos
besamos como si nada más importara.
Acaricié sus caderas
con suavidad, deslizando mis dedos por su minifalda… Pasé mi diestra por sus
piernas, queriendo llegar a tocar su sexo, que ya presentía húmedo…
Estaba mareado,
extasiado, excitado…
Sin embargo, la pasión
fue muy pronto interrumpida.
Escuché, como en un
sueño, el sonido de una flauta desafinada, que provenía desde detrás del bar…
Una melodía que debe haber sido la parodia de algo que hace mucho fue armonioso,
es decir una burla, empezó a llenar el espacio.
Entonces, un gordo,
desnudo y calvo, empezó a caminar hacia el salón de baile, tocando la citada
melodía infernal. Todos hicieron un círculo, y tomaron algún muñeco. Y lo
presentaron al flautista…
Lo que estaba mirando
no me gustaba… Había una complicidad que no entendía, entre los parroquianos.
Y comprendí que Elisa
y yo éramos unos forasteros, unos intrusos, unos necios…
El círculo empezó a
abrirse en una parte, mientras se dirigía... ¡Hacia nosotros!
Tomé la botella de
vino, y la rompí. Mi acompañante, estuvo a la altura de la situación y sacó de
su chaqueta una daga, apuntando a los demás. Estos parecían absortos en la
cacofonía. Daba la impresión que eran mandados por las marionetas, las cuales
empezaron a abrir sus ojos, a pestañear y a ¡hablar!…
Sentí que me iba a
desmayar… Lo que estaba viviendo era imposible, incluso para un lugar como
Valparaíso, o así lo pensé.
Un canto emergió de
las marionetas y sus secuaces humanos:
Ven, ven,
En esta sacrílega noche,
Serás una marioneta más.
¡Ven! ¡Ven!
Ya no hay escape.
Desde algún punto
indómito de mi consciencia, saqué fuerzas y lucidez. No dudé. ¡Debía matar al
flautista!
Me abalancé hacia él,
y le enterré la botella rota en su cara…
La sangre manó,
mientras algunos presentes empezaban a dimensionar lo que estaba sucediendo,
alejándose de mí.
El gordo cayó y todo
se transformó en caos…
Los más osados nos
quisieron atrapar, pero Elisa supo usar su arma y enterrarla en esos vientres ya
infectos. Mientras tanto yo tomaba sillas y las arrojaba a quienes se atrevían
a acercarse.
Golpeé la puerta y
huimos, anhelando llegar pronto a un sector seguro…
A la mañana siguiente,
desperté en la casa de Elisa. Al lado mío se hallaba, durmiendo.
No sé cómo regresamos
ni sé la ubicación precisa de ese rincón fuente de lo malsano, llamado por
nosotros La Casa de las Marionetas.
Tampoco entendí por
qué al lado de Elisa había una marioneta. Y por qué a mi lado, otra.
Lo más abominable, sin
embargo, fue esto: ¡se trataba de réplicas exactas de nosotros!
No supe si despertar de
inmediato a Elisa o esperar un momento, para despejar mis ideas…
(Relato de mi próximo libro "El Umbral de la Matriz y otros relatos porteños de horror cósmico", que saldrá en Septiembre de 2025. Se trata de una antología de cuentos ambientados en Valparaíso, con altos ingredientes sobrenaturales y de espanto)
Hace exactamente 100
años, René Guénon publicó un artículo titulado 'El Rey del Mundo',
el que serviría de base al que para algunos es el texto más
revelador y para otros el más polémico y discutible: El Rey del Mundo.
¿Por qué opiniones tan opuestas? Porque aquí el tradicionalista y esoterista
francés (nacionalizado después egipcio), señala y atestigua la existencia de
una Tierra Santa, de la cual surgirían las otras Tierras Santas, las que
estarían subordinadas a aquélla, siendo su Rey/Legislador el mítico Rey del
mundo. Tal centro sería Agarttha, de la cual Saint-Yves d´Alveydre y
Ossendowski, autor este último del maravilloso texto Bestias, Hombres, Dioses,
se refirieron en su momento. Pero hay más: se trataría de un
centro ubicado en Asia, cuyos habitantes moran en el interior del
planeta (a quienes los investigadores del misterio, hoy llaman
“intraterrestres”). Las críticas al libro, se han hecho de parte de quienes ven
sesgos ocultistas (doctrina esta que nuestro autor cuestionaba con dureza),
unida a teorías poco o nada demostrables.
La tesis de Guénon para mí
siempre ha sido motivadora, porque permite entender situaciones espirituales como
la existencia del principal mito súrico: la Ciudad de los Césares, siendo esta
un centro espiritual oculto.
En homenaje al Centenario de esta obra, que influyó en mi primera etapa (dos de
mis primeros artículos tomaron este libro como elemento esencial para hablar de
nuestra Ciudad de los Césares), anuncio la publicación del Rey del Mundo, en
una edición crítica, con profusión de notas, anexos, biografía, etc.
El libro saldrá en
Septiembre, y estará en preventa a sólo $8.000. Posteriormente, se venderá a
$12.000.
La cantidad de misterios
que son tratados en esta obra es impresionante, como el gran conocimiento
metafísico y simbólico de Guénon. Se las recomiendo vivamente.
NOTA:
Interesados en adquirir esta edición: Escribir a mi email fritz.sergio@gmail.com
EL SABAT DE LAS BRUJAS (fragmento)
(Kelden)
Traducción: Sergio Fritz Roa
Las cosas a veces se unen en una poderosa encrucijada. Y así vas conociendo personas que serán significativas, como te van sucediendo situaciones milagrosas...
Había coordinado con dos amigos ir hoy en busca de las salamancas o renü de Machali (Machili). Las mencionaba en mi libro "Las salamancas o cuevas de brujería en Chile"; pero aún no las conocía personalmente. Sin embargo, al despertar para viajar, a uno de los tres le ocurrió algo grave e impeditivo: su vehículo (con el que iríamos desde Rancagua), había sido chocado. Por suerte a él, no le había ocurrido nada; pero debía ir a ver la reparación, los trámites del seguro de accidentes, etc.
Sin embargo, viajé igual, esperando que con el otro amigo pudiéramos llegar de igual forma.
Esta fue la primera señal.
Hacía años ocurrió algo muy parecido. El escritor Francisco Ortega, me invitó a ser entrevistado para un podcast que realizaría junto a Jorge Baradit. El tema: hablar sobre la Mayoría o Recta Provincia, la organización de resistencia williche/mestiza asociada a la brujería en Chiloé. Momentos antes de salir al punto, yo finalizaba mi ensayo sobre la temática y me lo enviaba al email. Por suerte... Dado que de manera absurda cayó mi netbook de altura ridícula, pero sin poder prenderse. Al tiempo, Ortega me llamaba para decirme que esto de los brujos era cosa seria y peligrosa, dado que Baradit le había comunicado que justo cuando faltaba poco por llegar, in vehículo chocó su moto. Como en el caso de hoy, tampoco el afectado tuvo lesiones de gravedad...
Como señalé, no obstante el hecho que uno de los tres miembros de la expedición no pudiese ir, yo igual cumpliría.
Y así, tipo 11: 15 am llegué a Rancagua.
Llegando al terminal me junté con mi amigo irlandés, quien me señaló que sería bueno ir antes al cementerio, para que yo conociera el célebre mausoleo del llamado " vampiro de Rancagua": Tito Lastarria. A él le pediríamos una especie de bendición vampírica, para nuestro viaje.
La leyenda la había escuchado y leído hace tiempo; y pronto hablaré de ella en otro post.
Y aquí es cuando ocurrirá otra de esas situaciones simbólicas, que me han acompañado en este devenir...
Al presentarnos en la tumba del que hoy es denominado "Maestro Tito", cual líder de una organización esotérica, vemos una joven. Sin titubear, nos empieza a hablar y a contar cosas sobre si sabíamos de la historia del vampiro, etc. Pensamos que era una guía patrimonial... Pero no, una alumna de la Universidad de O'Higgins, quien en sus periodos libres solía venir al cementerio... Su nombre: Dana. Recordé de inmediato esa diosa Danna/Dannu, de la mitología irlandesa... Y se lo señalé a mi amigo.
La joven nos señaló que además habían otras dos tumbas interesantes: la del pirata inglés y la momia... Le preguntamos si sabía su ubicación y gentilmente nos llevó...
Quién era Dana? Por qué ese nombre tan poco habitual? Por qué solía ir a los cementerios? Por qué tanta confianza en dos hombres mayores y desconocidos?
Me contó que vivía en Coinco. Y supe que esa será otra clave para el futuro, por lo cual espero ir. Y que su hermana era medium...
Parte del misterio de nuestra guía en el Inframundo, se revelará cuando Brian le pregunte si leía el Tarot? Quedé sorprendido. Por qué hacía esa interrogante?... Y luego entendí. Del bolsillo del pantalón sobresalía una carta... Saben cuál? El arcano del Diablo!
Dana respondió que no. Pero que sí le llamaban la atención sus imágenes. Mi colega le contó que además de escritores, éramos tarotistas; lo cual le alegró.
Seguimos en la ruta (improvisada?), en un ambiente grato, como si conociera de siempre a Dana. Ya cuando finalizamos, le agradecimos sinceramente su buena voluntad y afabilidad...
Ella mientras sonreía tomó rumbo desconocido... Y sentí que otra vez la Diosa Oscura guiaba mis pasos...
Ninguno conocía la ubicación de las cuevas de Machali. Solo Brian tenía cierta vaga referencia. Tomamos un colectivo y el irlandés indicó una zona. Al lado del conductor, iba una señora que denotaba ser parroquiana. Al mencionar yo que íbamos a las cuevas, ella dijo despacio a quien manejaba, el punto exacto. Sus ojos tenían profundidad y un curioso desvío, sin ser turnia. Si pudiera expresar de alguna forma qué me provocaba su mirada, era estar frente a lo que la literatura suele calificar de "bruja". Era una perdida, vaga, pero a la vez hipnotizante... Igual que la de un señor a quien le preguntaríamos después por la plaza de Machali. Algo se percibe en los rostros y ojos de los habitantes más antiguos de Cajón (la zona donde están las cavernas), que los hace diferentes...
Las cuevas se presentaron ante nosotros en el mismo camino. No era necesario subir cerros o perderse, para hallarlas. Fue cosa de bajarse y seguir la calle, pues la mayoría están en la misma. Había una enrejada; pero las otras (contabilizamos 5 más) no.
"La tradición oral sostiene que antaño que allí vivieron brujos, santiguadores, sacadores de Empacho, guachucheros, cuatreros, temidos delincuentes..." (machaliconectado.cl).
Quedamos muy impresionados, en especial por la más grande. He entrado a varias cuevas en Chile; pero esta ha sido la más enorme y bella. Sí! Bella. Parecían sus paredes talladas. Primero un túnel extendido y ancho, que se bifurca a derecha, donde es necesaria una linterna y un mecanismo de oxigenación.
Qué sentí estando dentro, es algo que varias amistades me han preguntado... Vino a mí el nombre de Hela, la diosa nórdica del Inframundo; el de Ereshkigal, diosa sumeria de igual función; y otros que me ponían ante una instancia de gran misterio y poder...
Una vez dormí en la cueva de cuarzo, del cerro El Roble, en el cordón de La Campana. Y sentí algo semejante... Puede parecer fantástico para muchos; pero percibí sutiles presencias... Supe que eran presencias que tenían comunicación con gente como la señora del colectivo, y que nos observaban...
Luego de ir a las cuevas, pasamos a la Piedra del Diablo, ubicada a pocas cuadras de la plaza y cuya historia Brian dominaba.
(La Piedra del Alto o Piedra del Diablo)
Tomamos un bus, para ir a La Compañía, lugar donde hay un pucará y casas coloniales.
Lamentablemente esta vez no pudimos entrar al cerro; pero en compensación fuimos a ver el único monumento que existe para la Quintrala... Nuestra Dama Roja... Lilith...
Al volver a Rancagua, le propuse a mi compañero de viajes que previo a mi retorno a la capital, fuéramos a una cafetería a realizar una recapitulación de lo vivido.
En La Caza del Libro, rodeados de volúmenes y tomando una copa de café helado, al lado de un ventanal, nos ubicamos... En algún momento le dije a Brian, que todo fue perfecto y que sólo faltaba cerrar el círculo cual dragón Ouroburos apareciendo la chica del cementerio...
No pasaron veinte minutos cuando el irlandés eufórico dijo "Sergio... Es que... Acaba de pasar!"... Y así fue. Caminando por la calle, nos vio y se sonrío, mientras seguía rápida su ruta...
No pudimos dejar de sonreír... Aquella jornada había empezado con la Diosa y terminana con Ella.
(Sergio Fritz Roa)
1.- UN ESCRITOR NADA COMÚN
Juan Marín Rojas (1900-1963) es a nuestro juicio uno de los más interesantes escritores nacionales. Como en el caso de Miguel Serrano (1917-2009) —con el cual Marín compartió varias cosas: ser un estudioso del esoterismo, amante de los países orientales como el Tíbet y la India, diplomático e innovador en la literatura—, su obra está basada en gran parte en la propia vivencia; en su contacto con una variopinta comunidad de personas: marinos, hombres marginados que viven en calles peligrosas, miembros de la alta sociedad, místicos orientales, científicos, etc. Pero además de sus labores como escritor y diplomático, nuestro autor fue también un reputado médico, que trabajó en hospitales de la capital, Punta Arenas y Valparaíso; y que aportó muchos trabajos (desde artículos a libros) de psicología y psiquiatría.
Al igual que D´halmar y Serrano, Marín será receptor y difusor de lo que vivió en sus viajes y en su trabajo diplomático. Así traerá a nuestro país las teorías y doctrinas surgidas en los centros intelectuales de Europa y la magia del exotismo de países como China, India y Egipto. Cercano al futurismo, su poesía hablará de los deportes modernos, las máquinas, los automóviles, el culto a la rapidez, etc. De él dirá Oreste Plath: “Marca un ciclo de poesía mecánica. Nos muestra una fuerza renovadora; lo coloca en un plano de originalidad y lo revela como único en su tono, afinando la técnica del poema“.
Infatigable viajero, gracias a él sabrá el Chile de su época acerca de importantes yoguis como Ramana Maharshi (una de las cúspides del saber Advaita o doctrina de la No-Dualidad). En su libro sobre el Tíbet (“El Tíbet misterioso y sus lamas”), tomará prestado el conocimiento de exploradores reputados, como fuera Alexandra David-Neel, para hablarnos de los chamanes y magos de la vieja religión del Bon. Con su esposa Milena irá a Egipto y relatará la historia del antiguo país Kemi de una forma grata, simple, amena. Se interesará por los complejos laberintos mentales, difundiendo la obra de Freud y de Jung.
Su cultura era inmensa, y abarcaba desde Paracelso a los citados psicólogos; desde las letras de la China taoísta a la poesía vanguardista; desde la Alquimia a la química moderna.
¡Todo lo anterior en un tiempo en que viajar fuera de Chile era privilegio de pocos y no existía internet como fuente de información! Su prodigiosa cultura y su generosidad al querer compartir las experiencias vividas, despertará en los años 50-60 una gran admiración hacia Marín de parte de sus compatriotas. Y, sin embargo, hoy es un total desconocido...
La obra de Marín es voluminosa y comprende más de 20 textos, junto a varios artículos científicos desperdigados en revistas científicas. A fin de realizar una pedagogía de la obra literaria de Juan Marín, estimamos que aquélla puede descomponerse de la siguiente forma:
1.- Escritos de estudio médico y psicológico: “Clínicas y maestros en Inglaterra y Francia” (1930), “Ensayo sobre el origen de la sífilis (1933), “Poliedro Médico” (1933), “El problema sexual y sus nuevas formulas sociales” (1937), “Ensayos freudianos” (1938),
2.- Escritos poéticos: Al respecto legó dos obras vanguardistas, solo comparables a lo más revolucionario de Vicente Huidobro: “Looping” (1929) y “Aquarium” (1934). Tales escritos hoy son casi imposibles de hallar e invaluables dada su importancia en lo que es la historia de la poética nacional.
3.- Escritos fantásticos: “El secreto del Doctor Baloux” (1936), “Orestes y yo” (1939), Viento negro” (1944), “Cuentos de viento y agua” (1949), “Naufragio y otros cuentos “ (1953).
4.- Escritos de corte social: “Paralelo 53 Sur” (1936), “El Infierno azul y blanco. Paralelo 54” (1937), “Naufragio” (1939).
5.- Escritos teatrales: “El emperador Kwang-Hsü” (1941).
6.- Escritos de ensayos y viajes orientales: “Lao Tse o el universo mágico” (1940); “El Egipto de los faraones” (1954); “La India eterna” (1956), “El alma de China” (1945), “El Tíbet misterioso y sus lamas” (1944); “Buda o la negación del mundo” (1954), etc.
7.- Escritos de ficción aviadora: “Margarita, el aviador y el médico” (1932), “Alas sobre el mar” (1934) y “Un avión volaba” (1935).
8.- Traducciones: “Moravagine” de Blaise Cendrars (francés).
Como se ha dicho, a pesar de lo interesante de su vida y obra, sobre Marín pesa de parte de nuestros compatriotas la ignorancia y, por tanto, la nula valoración. Aquí queremos rendir un pequeño tributo a este hombre, ahondando, aunque sea con brevedad, en uno de sus muchos mundos, el de la literatura fantástica, intentando sondear en el aporte que realizó a la narrativa de Horror en Chile. Hemos logrado recopilar durante años gran parte de la obra de Marín, y podemos asegurar que es todo un universo de análisis del hombre y sus problemas más fundamentales, como de hermenéutica de la sociología de varios pueblos, por lo cual sus escritos son patrimonio no solo de Chile sino del mundo.
2.- LOS RELATOS QUE COMPONEN “EL SECRETO DEL DOCTOR BALOUX”
Cuando intentamos buscar los orígenes de la narrativa de ficción de horror en nuestro país, no podemos pasar por alto la recopilación de relatos macabros y uno de ciencia ficción, llamada: “El secreto del doctor Baloux”.
Escrita en 1936 y publicada por Ediciones Ercilla, ya desde la visión de su portada es un libro provocador. En efecto, podemos decir que la ilustración que allí se plasma da cuenta de cierto conocimiento del simbolismo alquímico. El dibujo de portada se halla compuesto de dos partes. Adelante se nos presenta una retorta, dentro de la cual se halla un hombre pequeño. Esto que parecerá materia de la ciencia ficción, en realidad lo es de algo mucho más antiguo. Es aquello que el espagirista Paracelso (1493-1541) llamaba “homúnculo”, es decir un hombrecillo creado por la Alquimia o por la Magia; y detrás, un libro abierto, en cuya página izquierda se aprecia el símbolo de la Monada Jeroglífica, la cual el mago y amante de la Alquimia, el isabelino John Dee (1527-1609) dio a conocer al mundo; y a la derecha, vemos plasmado el símbolo del azufre invertido.
El libro en comento incluye los siguientes relatos: “El secreto del doctor Baloux”, “El crimen de Percival Lawrence”, “La muerte de Julián Aranda”, “El techo del mundo”, y “Lázaro”. Como ya adelantamos, son muestras de Horror literario, salvo “El techo del mundo”, que es una alegoría mordaz de tipo ciencia ficción.
“El secreto del doctor Baloux” es el más extenso del libro, y puede considerarse una “nouvelle”. Es a nuestro juicio una auténtica joya literaria, donde se ha construido muy bien al personaje central, la trama es atractiva y los lugares en que transcurre (el extremo austral de Chile) es el marco adecuado para evocar el frío, la soledad y la angustia. El relato ha de estimarse parte de ese subgénero literario de Horror Marino, en el cual William Hope Hodgson (1877-1918) sobresalió con obras como “Los botes del Glen Carrig” y “Los piratas fantasmas”, E.A.Poe (1809-1849) con “La narración de Arthur Gordon Pym”, y H. P. Lovecraft (1890-1937) con “La llamada de Cthulhu”.
Aquí, como diría Augusto d´Halmar en el prólogo “el rayo ultra-violeta de la ciencia converge con el más recóndito y no menos fulminante de las ciencias ocultas” (p.IX).
El relato tiene dos partes: Una introductoria, donde un comandante explica la desaparición de una pequeña embarcación de nombre “Cóndor”, con su tripulación, y donde estaría el famoso fisiólogo Dr. Baloux; y el Diario de este último. En éste dirá que fue gracias a los alquimistas árabes del 800 y 900 que pudo obtener el descubrimiento que dará pie al Horror de que trata este cuento (p.37). El deseo del macabro fisiólogo consistirá en “la formación de un compuesto químico que sea capaz de estimular en forma específica las células de la glándula pineal en los mismos instantes en que se produce la muerte del sujeto” (p.37). Esto para liberar al Inconsciente que residiría en la pineal. La forma de lograr esto se haría por un “gas metálico” que se dirigiría al que está falleciendo, y así se podría conocer al Yo auténtico, el alma del sujeto.
Para lograr este objeto el doctor se instalará en un lugar lejano, y geomántico: la Isla Lenox. Aquí los yaganes viven y “todavía pueden verse allí unos cuantos huesos colosales, como de un ente imaginario creado por un Edgar Allan Poe de la arqueología” (p.40). Baloux probará sus tesis sobre la separación de la consciencia primero con perros y luego con humanos. La locura irá tomando fuerza y el final será desastroso. No daremos detalles para que la lectura no pierda su magia...
Uno de los puntos que llama la atención del relato es la tesis del narrador, en el sentido que sea la glándula pineal el centro del alma. Los esoteristas siempre han considerado que es en ese lugar donde estaría el tercer ojo, punto de apertura a otras dimensiones.
“El crimen de Percival Lawrence” ahonda de bien lograda manera en la narrativa detectivesca y psicológica.
En “La muerte de Julián Aranda”, Juan Marín logra estremecernos con un horror psicológico. Otra vez el escritor aprovecha de mostrar sus conocimientos de ocultismo y esoterismo, mencionando la organización Suddha Dharma Mandalam (la cual hasta el día de hoy tiene una sucursal en Chile), al espiritista Allan Kardec, a Mesmer, a Paracelso y al gran alquimista Geber (pp. 124 y 126). Hemos leído que Juan Marín habría pertenecido a la Gran Logia de Chile, lo que nos permitiría comprender su interés por estos temas.
3.- “EL SECRETO DEL DOCTOR BALOUX” Y LA GÉNESIS DE CREACIÓN DE LITERATURA DE HORROR EN CHILE
No pretendemos realizar un trabajo sobre los orígenes de la escritura de horror en nuestro país. Ello ya fue tratado con cierta extensión en el prólogo a la antología “Chile del terror” (Austrobórea editores, 2015). Más bien queremos en esta ocasión, ver cómo se inserta la presenta obra en aquel periodo del horror nacional que podríamos llamar “Momento Fundacional”.
Al respecto podemos decir que se trataría del “primer libro de Horror”, en sentido estricto, publicado en la historia de Chile. Ya no estamos frente a un texto que incluye uno o dos relatos sobrenaturales, ni una obra de folclore que hable de apariciones, el diablo u otro ser provocador de miedo. No, éste es un texto que con intencionalidad manifiesta busca provocar escalofrío, sin recurrir a la mera recopilación de leyendas, sino por el contrario es un proceso creativo y literario autónomo.
Es más, vemos que de alguna manera Marín quiere participar de toda una tradición de escritura de Horror, y en la cual se halla como base Edgar A. Poe, y lo siguen autores como Villiers de L´Isle Adam, Rubén Darío y otros que es difícil que haya conocido, mas no imposible: William Hope Hodgson y H. P. Lovecraft. En efecto, cierta atmósfera y ambientes, como el mar, nos recuerdan a los escenarios usados por estos dos escritores. No nos sorprendería que los haya leído, en especial al primero, pues no se debe olvidar que Marín era un autor que estaba al día de lo que ocurría en los ambientes literarios de avanzada. Leía en varios idiomas y llegaba a conocer autores que solo décadas después empezaron a tener resonancia, como por ejemplo el alquimista y egiptólogo Schwaller de Lubicz, el cual es citado en su texto “El Egipto de los faraones”.
Los argumentos empleados como el manejo del suspense nos recuerdan a Poe. Temas como la locura, el científico que está interesado en el ocultismo (“El secreto del doctor Baloux” es una referencia al “Extraño caso del señor Valdemar” (y, por tanto, al “Aire frío” de Lovecraft) y la obra de arte en la narrativa de ficción, pueden validar nuestra afirmación.
El uso de elementos tomados del ocultismo (materia que Marín parece conocer bastante bien, por lo cual no nos sorprendería su filiación masónica que se indica en internet) y del esoterismo hermetista, como también algunas ideas del Hinduismo, permitirían relacionarlo con una serie de autores que escribieron horror y que usaron de dichas herramientas: Poe, Stoker, Chambers, Machen y Lovecraft.
Esta “autoconsciencia” de Marín expresada en su labor de autor de horror y como miembro de una gran cadena o tradición literaria, hará que podamos hablar de él como el primer escritor de horror nacido en tierras chilenas. Si bien es cierto antes de Marín hubo incursiones de autores nacionales en esta temática (de ello, como dijimos al inicio, se hizo mención en nuestro prólogo a Chile del Terror), solo con nuestro autor el Horror se transforma en sustancia y temática centrales.
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