"Entre las organizaciones esotéricas que se constituyen durante el Medioevo, destaca la hermandad de los Fieles de Amor (Fedeli d´Amore). De sus características podemos mencionar: un lenguaje velado que se plasma en poemas y otros escritos; el Amor considerado como camino redentor; y contar con miembros de notoria importancia. Acerca de esto último, se cree que, entre otros, habrían pertenecido a dicha agrupación Guido Cavalcanti, Dante Alighieri y Cino da Pistoia. Según Mario Antonioletti << Dante fue el Jefe de la Orden de los Fieles de Amor en Florencia, al renunciar Guido Cavalcanti; la obra "Vida Nueva" fue escrita por él al asumir el cargo de Gran Maestre, y es un relato simbólico de la vida iniciática de Dante mismo y de sus relaciones con la Orden>>.
El papel dado a la mujer por esta organización, como en la mayoría de los casos estudiados en el presente libro, no debe hacernos olvidar el carácter de soporte espiritual, más que de fin en sí mismo. Si bien es cierto que los autores de lo que se ha dado en llamar "stil nuovo" (estilo nuevo)2 dedican sus obras a mujeres que casi seguramente existieron en su tiempo, no se puede negar que lo que hacía de estas mujeres un motivo era lo que ellas representaban. El mismo hecho de ser siempre, o casi siempre, imposible concretar y hacer perdurar con unas tales mujeres el Amor (causas como hallarse casadas con otros hombres; morir a temprana edad; etc.), nos quiere mostrar que lo esencial para los poetas no es el amor carnal, ni siquiera un amor sublimado, sino ante todo el Arquetipo Femenino como receptáculo de un aspecto del Ser que el hombre iniciado requiere.
El estudioso italiano Julius Evola indica: <<Debía tratarse, pues, precisamente del citado ámbito intermedio - ni de simple amor humano sublimado, ni de técnicas sexuales- en el que la mujer real es importante, pero pasa a segundo plano porque hace de simple base para la toma inmaterial de contacto con el poder del que ella es por principio la encarnación viva. A diferencia de la devoción caballeresca por la mujer y de los correspondientes estados <<exaltados>>, en los Fieles de Amor la fenomenología y la articulación iniciática son suficientemente visibles... >>.
Toda la obra de los Fieles de Amor pretende reintegrar para el hombre la dimensión femenina. En terminología alquímica podemos decir que se busca rescatar la mujer interior, a fin de exaltar la voluntad espiritual (fuego secreto) que se encontraba en estado de materia prima (el caos, o hyle hermético) y luego a través de una serie de pasos (el Solve et Coagula) transformarla en mercurio filosofal (potencia redentora), materia que se unirá luego de un combate feroz al azufre filosófico (sustancia masculina) en las Bodas Químicas. Surgirá así el Rebis (unión de dos cosas) o Hermafrodita.
La literatura de autores como Alighieri y Cavalcanti nos habla de la mujer como puente a la Divinidad. Ella es portadora de sabiduría y belleza. Por ello es justo decir que Beatriz es para Dante, lo mismo que la Sophia para los gnósticos y la Raquel del Génesis para el cristianismo. Esta analogía es interesante, y puede hacernos mejor comprender a qué tipo de mujer se referían los escritores del dolce stil novo.
<<El poeta y crítico literario Giovanni Páscoli, comentando estos pasajes de San Agustín, y aplicándolos a la interpretación de la "Divina Comedia", observa que Dante llega a su Raquel (Beatriz) después de los siete círculos del Infierno y los siete del Purgatorio, lo cual corresponde a los siete y siete años de "trabajos" de Jacob para merecer a Raquel. En la Divina Comedia, Dante, antes de llegar a unirse con Beatriz, tiene la visión de Lía operante, que en Matelda se torna también vidente hasta hacerse pura visión y contemplación en Beatriz, unido a la cual Dante visita las "esferas" celestes y alcanza la visión suprema de lo Divino en el corazón de la Rosa Mística>>.
El Amor por la mujer es así un mecanismo que permite ingresar a estadios no comunes del Ser. Sin embargo, no es el amor carnal o pasional, sino otro que se relaciona con la Inteligencia Activa. Así queda demostrado en esta parte de La Vida Nueva: <<Nueve veces ya, desde mi nacimiento, el cielo de la luz había vuelto a un mismo punto, en lo que concierne a su propio movimiento giratorio, cuando ante mi vista apareció por vez primera la gloriosa dueña de mi intelecto, que fue llamada Beatriz por muchos que no sabían cómo se llamada >>.
De mi próximo libro "La mística del Amor en la Edad Media".
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