Fue Mircea Eliade
(1907-1986), el erudito rumano, padre de las Religiones Comparadas y
uno de los mayores difusores de los estudios sobre pensamiento
mágico, quien debido a su libro “El chamanismo y las técnicas
arcaicas del éxtasis” (publicado en 1951), quien popularizó el
término Chamanismo, sacándolo de su esfera propiamente siberiana,
para extenderlo a toda creencia y actividad donde hallamos el viaje
espiritual a los mundos, el trance y la salida extática. Según este
critierio serían chamanes no solo los mongoles, turcos o siberianos,
sino un nativo amazónico que realiza el ritual de toma ayahuasca, un
antiguo practicante nórdico de hechicería Seidr, una machi mapuche,
etc.
Pero, qué es
exactamente el Chamanismo? Se trata de la creencia que le da al
Chamán (“el que sabe”) un papel preponderante en la
espiritualidad de una comunidad, por considerarlo un comunicador con
los espíritus, para lo cual recurre a ciertas técnicas (uso de
instrumentos como tambor, en muchas ocasiones plantas psicoactivas,
cantos, etc), que lo llevan al trance.
Aunque el chaman
tiende a sanar, lo central no es tanto ello sino el hecho de ser una
autoridad cualificada para realizar “el viaje a los mundos” a
través del éxtasis.
Hay quienes hablan
de un neochamanismo, para señalar a quienes desde los años 60 no
perteneciendo a tribus ancestrales realizan algunas de sus técnicas.
Por otro lado, existe el “chamanismo urbano”, que se da en
contextos de ciudad y donde suelen incorporarse elementos de
disciplinas como magir ritual, ocultismo, magia del caos, etc.
Por último, se
cuestiona el uso extendido del término chaman y chamanismo a otros
contextos culturales. Sin embargo, parece innegable la semejanza de
los objetivos y las prácticas centrales de todo tipo de
“chamanismo”; sea o no siberiano...
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