sábado, mayo 16, 2020

ALFRED PARAF Y ALPHONSE JOBERT. TRANSMUTACIONES ALQUÍMICAS: PRUEBAS, OBJECIONES Y MISTERIOS. (Sergio Fritz Roa)



La historia de la Alquimia en contra de lo que pretenden sus enemigos no solo presenta trucos y engaños1 en la obtención de la ansiada fama o admiración que implicaría la obtención del poder transmutatorio de los metales vulgares en oro o plata. Contrario sensu, hay algunos informes de transmutación con testigos muy abonados, donde la posibilidad de fraude se nos presenta prácticamente nula2. Pero hay casos que un pronunciamiento en sentido favorable o de negación es algo bien complejo, de manera que la certeza no es posible. Lo acaecido, en diferentes tiempos y lugares, con Alfred Paraf y Alphonse Jobert nos parece ilustrativo.




(Única fotografía conocida de Alfred Paraf)



                                                                    ALFRED PARAF

Alfred Paraf Dreyfus, nace en 1844, en Mulhousse, Francia. Como veremos, será un judío alsaciano cuya vida estará llena de misterios.

Nadie podrá negar su nivel de inteligencia. Desde niño destacó en el conocimiento químico, siendo considerado en alta estima por los profesores3. A poco tiempo decidirá recorrer el mundo, en búsqueda de otros horizontes. Así, lo hallamos en su adolescencia en Inglaterra, posteriormente en Barcelona, España, luego sabemos que en 1868 se encuentra en Boston, Estados Unidos4, y que en dicho país durante 1873 patenta la oleomargarina, comúnmente llamada margarina5. Luego de algunos problemas de los que se lo culpabiliza, Paraf consigue viajar a Chile, gracias a la ayuda del cónsul chileno en California, quien le brinda los contactos para atraer la atención de la clase política y la aristocracia chilenas. Ante estos poderes Paraf se presentará como el poseedor de un sistema por el cual se puede obtener oro industrial6. Tan atractivo debe haber sido el método empleado por Paraf en la publicidad de su “hallazgo”, que llega incluso a proponer a la Casa de Moneda de Chile una industria que en sus palabras debería significar grandes riquezas para el país. Las acusaciones de fraude de parte de de los socios chilenos implicará el inicio de la caída del “oro Paraf”. Procesos judiciales se inician en su contra, los que terminarán en la condena al alsaciano mediante una sentencia que establece la relegación fuera de la capital. Posteriormente, nuestro hombre irá al Perú. Un panfleto de una veintena de páginas nos muestra que las acusaciones al químico lo perseguirán también en aquella nación7.

Morirá de neumonía el 1 de abril de 1885, en Lima, Perú8.


Alfred Mathias Paraf (1844-1885) - Find A Grave Memorial

Estos son los datos biográficos esenciales. A continuación, una breve mirada a la vida de otro “filósofo por el fuego” europeo, con quien Paraf guardará extrañas coincidencias. Finalmente, pasaremos a ver la disputa acerca de lo propiamente “alquímico” de estas historias y los misterios en torno a los mismos9.




ALPHONSE JOBERT


Al igual que Paraf, Jobert habría sido un hombre dotado de mucha inteligencia y, según ciertas informaciones, poseedor de una amplia cultura. Por mencionar solo dos hechos, se cree que estuvo en la India10, donde habría entablado contacto con cualificados brahamanes, y también en América con la familia Lesseps11.



Sergio Fritz Roa: ALFRED PARAF Y ALPHONSE JOBERT TRANSMUTACIONES ...
(Una de las escasas fotografías de Jobert que perduran)



Dado lo misterioso de su vida, operaciones “alquímicas” y desaparición, Alphonse Jobert será uno de los candidatos a Fulcanelli12.

Habría realizado transmutaciones “alquímicas” ante varias personas, lo cual generó mucho interés hacia su persona13.

Jobert será el autor de un “Curso de alquimia14, donde indicará, junto con breves cuestiones de orden teórico, experimentos de “particulares”, es decir productos

de la crisopeya, que guardan una relación indirecta con la Alquimia propiamente tal, pero que tienen el objeto de “preparar la mano” del operador15.

Jobert desaparecerá misteriosamente en 1913 según algunos, y otros en 191816.

*


MISTERIOS


Aun cuando Paraf y Jobert fueron acusados de fraude existen ciertos antecedentes que podrían a lo menos detenernos a la hora de efectuar tan duros juicios. Hay un misterio en ambas figuras que nos impide saber la verdad global… Veamos.

Existirían constataciones de transmutaciones efectuadas por Paraf, las que incluso fueron consignadas en el “Diario Oficial”17. Además, quienes se asociaron con Paraf y posteriormente solicitarán la disolución social por “fraude” eran personas de cultura, relacionadas con las ciencias y la minería18. ¿Cómo se entiende que hayan participado en una sociedad si antes no hubieran comprobado la efectividad de los procedimientos de Paraf?

Además, en el juicio llevado en su contra, el alsaciano ofreció la realización de una demostración de la realidad de su “invento”, en la cual él solo dirigiría el orden de los procesos químicos, sin participar de la prueba misma, lo cual le impediría accionar de manera sospechosa. Para ello solicitó la presencia de personas intachables y conocedoras de la química. Cosa extraña: Ninguna de ellas aceptó. ¿Por qué?






                                                           (Santiago en la época de llegada de Alfred Paraf)

A pesar del hecho que tal vez podía disminuir la pena asignada, Paraf nunca confesó su culpabilidad; por el contrario, fue rotundo en afirmar la realidad de sus transmutaciones, aunque se negó a entregar su secreto.

En el caso de Jobert, éste respondió categórica - pero muy amablemente- los ataques en contra de la eficacia del polvo transmutatorio, los cuales fueron dirigidos por miembros de la “Société Alchimique de France”, reunidos por Jollivet-Castellot. La respuesta de Jobert consta en una carta que revela que el polvo transmutatorio proviene no de metales sino de metaloides. Alega además Jobert que el operador, relacionado con la “Société” confundió algunos elementos en los matraces y que por ello sus conclusiones fueron erradas.

Pero, argumentos de mayor peso a favor de Jobert son sus dos transmutaciones conocidas, las que realizó primeramente ante Victorien Joncières, y la última frente a Léon Champrenaud.

Como se puede ver, ambos “alquimistas” habrían realizado operaciones transmutatorias con buenos resultados ante personas serias y ligadas a las ciencias modernas. Surgen las siguientes dudas. ¿Hubo fraude? Y si no fue así, ¿por qué no siempre se obtuvo oro? ¿La falla estuvo en el procedimiento o en el operador?

De Paraf sabemos que vivió sus últimos años en Perú, pero ignorándose el porqué de dicha elección y la manera cómo vivió. Un dato curioso: cuando se le preguntaba por sus fuentes, Paraf recomendaba “El arte de los metales” (1640), libro acerca de la mineralogía del Virreinato del Perú (especialmente la parte concerniente al actual Perú y Bolivia), pero que además contiene nociones propiamente alquímicas, escrito por el sacerdote Alvaro Alonso Barba19. ¿Habrá habido en ello una razón por la cual Paraf eligió Perú como destino?

Jobert decía que si no era valorado en Francia como merecía, iría a otras tierras, posiblemente España. Lo cierto es que desde la década del veinte nunca más se supo de él20.

Otra interrogante, que nos demostraría que Paraf poseyó algunas claves del conocimiento hermético. Se sabe que el “lenguaje de los pájaros” o “lengua siriaca” dice relación con el argot que usaran los grandes alquimistas. Era ésta una forma de velar la sabiduría de la ciencia de Hermes a través de juegos de palabras, las cuales mediante la cábala fonética podían interpretarse21. Paraf y su amigo Rogel – con quien el primero llegó a Chile, y que era también alsaciano- “siempre hablaban en un idioma ininteligible”22. ¿Se trataba del célebre argot, en el que estuvo tan bien instruido Rabelais y cuyas llaves esotéricas fueron dadas a luz por Grasset d´Orcet? 

Y algo más: “Paraf se esmeraba, seguramente con intención de tontificar a Rogel, pintándolo como un infeliz, lo que en estricta realidad no lo era”23. Los amantes del esoterismo comprenderán muy bien que esto se fundaba en otras razones… Mientras Paraf desempeñaba el papel del Mago del Tarot, Rogel era el Loco.

Como suele ocurrir en materias similares, la respuesta a todos estos misterios los protagonistas se la llevaron consigo a la tumba; a menos que podamos unir todas las piezas del puzzle…


NOTAS

En verdad, al hablar de estos falsarios nos alejamos de la Alquimia, y entramos de lleno en el plano de los sopladores (seudo alquimistas), cuando no derechamente en lo delictual.

Véanse, entre otros, los casos Van Helmont, Helvetius y François Marie Pompée Colonna.

“En tal forma y al manifestar desde muy joven, grandes aptitudes para la química industrial, logró captarse las simpatías de un célebre profesor de tal ramo, del señor Schuztemberger, tenido entonces como de fama mundial” (“Un episodio nacional: El oro Paraf”, Ing. Santiago Marín Vicuña, Prensas de la Universidad de Chile, Santiago, 1934, p.23). 

También se menciona en el citado documento que en la Academia de Ciencias de París, en 1859, Paraf dictó una charla “sobre la luteolina, sustancia colorante extraída de la gualda, que mereció aplausos de los famosos hombres de ciencia Chevreil y Pager” (“Un episodio nacional”, Op. Cit., p.23.24). Es casi seguro que Santiago Marín haya cometido un error al hablar de “Chevreil”, queriendo referirse en verdad al famoso químico Michel-Eugène Chevreul (1786- 1889), por lo demás historiador de la Alquimia, profesor de Química Orgánica y gran conocedor de tintorería. Sobre Pager, desconocemos a quien Marín se refiere.

Scientific American, 28 de Marzo de 1868, p.194.
Los medios de comunicación a veces son confusos al respecto y parecen insinuar que Paraf es el inventor de la margarina. Véase, por ejemplo: http://www.on-this- day.com/onthisday/thedays/alldays/apr08.htm Por otro parte, en la Wikipedia, en la referencia a una empresa de margarina (Ver http://en.wikipedia.org/wiki/Newfoundland_Margarine_Company_Limited) se señala que “oleomargarine was invented by a French chemist in 1869”, sin dar el nombre de dicho químico, lo cual nos podría hacer pensar en Paraf. Se trata, sin embargo, de Hippolyte Mège-Mouriés (1817-1880), quien en 1869 patentó su invención en Francia. Paraf habría utilizado su ingenio para “plagiar” la fórmula y darla a conocer en Estados Unidos.

Lo poco que se conoce sobre el proceso “alquímico” de Paraf es que consistía en una oxidación, en las
cuales se usaban “materias orgánicas”. (“Un episodio nacional”, Op. Cit., p.36). Otro dato valioso que podemos extraer es que el alsaciano habría trabajado con la llamada “Vía Seca” alquímica, pues Paraf indicaba que los fracasos de los otros que quisieron usar sus métodos se debía a que “porfiadamente quisieron hacer en hornos de reverbero lo que sólo era posible en crisoles” (“Un episodio nacional”, Op. Cit., p. 63).

Nos referimos a “Alfredo Paraf, el sabio de Barcelona: el apostol San Pedro i los compañeros mártires”. Se trata de un irónico texto editado en Lima por autor seudónimo (Francisco 3º. Canova), y en cuya portada se da como datos de edición unos bastante jocosos: “Impr. de La Opinión Nacional, calle de las Siete Jeringas, número no sé cuántos”. El panfleto sería de 1877.

El famoso diario The New York Times el día 1 de mayo de 1885 incluirá un extenso artículo, titulado “A prototype of balsamo”, donde notifica el deceso de Paraf y hace una relación de los cuestionados inventos del alsaciano.

Una biografía detallada sobre Paraf se encuentra en el capítulo pertinente de nuestro libro sobre la historia del Hermetismo y la Alquimia en Chile, el que esperamos editar próximamente. También recomendamos visitar http://www.bajoloshielos.cl/hermss.htm donde podrán encontrarse resúmenes sobre el citado libro y los que han de venir.

10 De importancia es la entrevista realizada por André Ibels a Jobert, titulada “Les faiseurs d´or”, publicada en Je sais tout, el año 1905. Ibels anota: “Il a vécu près de cinq ans dans les Indes, à côté de brahamanes initiés”. Este material se encuentra en: www.prismeshebdo.com/prismeshebdo/article.php3?id_article=414

11 Ferdinand de Lesseps viaja a Panamá a fines de 1879 para comenzar teóricamente lo que sería la construcción del canal de Panamá. Los años siguientes serán de mucho conflicto, debido a las críticas que se le harán a él y los demás miembros de la “Compagnie Universelle du Canal Interocéanique de Panama”. Tal empresa significará su ruina y desprestigio. Pero, muestra de lo fluctuante de las apreciaciones humanas, a su muerte surgirá un mayor respeto por su figura y logros. Como dato de interés, digamos que hay autores que indican que la familia Lesseps tuvo relación con Fulcanelli. Así Frater Albertus señala que Ferdinand de Lesseps, junto a Pierre Curie, habría presenciado el año 1937 una transmutación metálica efectuada por el adepto Fulcanelli. Véase la relación de Julien Champagne, el ilustrador de los libros de Fulcanelli, con otros miembros de la familia Lesseps en:

12 Esto lo sugiere Richard Khaitzine, autor de “Fulcanelli et le Cabaret du Chat Noir” y de “Comprendre l'Alchimie”. Léase lo recopilado por Walter Grosse en su artículo “Fulcanelli: de Volcan à Alphonse Jobert...”, incluido en: http://fulgrosse.over-blog.com/article-3441767.html

13 Ver el siguiente capítulo del libro “Los alquimistas del siglo XX” (recopilación realizada por G. Dubois y editada en español por Ediciones Obelisco, el año 2002): “El doctor Alphonse Jobert”, de Richard Khaitzine, p.137.

14 El texto “Cours d'Alchimie” del Dr. Alphonse Jobert fue reeditado por Editions Ramuel en 1996. En Internet, se encuentra lo que serían fragmentos de dicho libro en el siguiente sitio web: http://www.prismeshebdo.com/prismeshebdo/rubrique.php3?id_rubrique=137

15 Un estudio sobre el particular de Jobert, está en: http://alchimie-pratique.org/jobert.html

16 Lo primero fue expuesto por Logos-Galaton en la revista Initiation et Science en 1962; lo segundo por Bernard Roger en “Paris et l'alchimie” (Éditions ALTA, Paris, 1981). Según lo testimoniado en la nota 16, durante el año 1913 Jobert habría ido a España, invitado por el alquimista Xifré… ¿para quedarse definitivamente allá? A propósito de Xifré, véanse las referencias al mencionado autor y a su hermético palacio barcelonés en el libro “El misterio Gaudí” de Ernesto Milá (Ediciones Martínez Roca S.A., Barcelona, 1994). También a España habría ido Alfred Paraf.

17 “Un episodio nacional”, Op. Cit., p. 33.

18 Ninguno de los socios se exceptuaban de poseer conocimientos científicos, o al menos cercanía al mundo minero. Así, Uldaricio Prado, Francisco Puelma, Eduardo Mac-Clure y Miguel Cruchaga (“Un episodio nacional”, Op. Cit., p. 30 y 31).

19 Puede encontrarse información sobre este sacerdote y sus escritos en el valioso trabajo de Carmen Salazar-Soler, titulado “La Alquimia y los Sacerdotes Mineros en el Virreinato del Perú en el siglo XVII”, publicado en el Bulletin de l'Institut Français d'Etudes Andines, 30(3), 2001, pp. 475-499. Dicho documento es visible en el siguiente sitio webhttp://www.ifeanet.org/publicaciones/boletines/30%283%29/475.pdf Además de la edición original de 1640, hay varias más: 1675, 1680, 1729, 1770, etc. Incluso una chilena de 1877-1878.

20 En su comentario al libro de Juan Sánchez Abril “Diálogos de Alquimia” , José Rodríguez Guerrero da una interesante información acerca de Jobert: “Según su testimonio, corría el año 1913 cuando Xifré, acuciado por una notable crisis financiera, trajo desde París al alquimista Alphonse Jobert con la intención de que le demostrase si era posible transmutar la plata en oro. Sánchez Abril dice haber charlado con él en el Palacio Xifré de Madrid: “El doctor Jobert gusta llamarse Miguel Serveto. Habla un español excelente que aprendió trabajando en America para el señor Fernando de Lesseps. Tuvo muy a bien responder a mis cuestiones sobre las transmutaciones del ingeniero americano Rodolfo Hunter y del doctor Jollivet-Castellot”. Todo indica que Jobert no tuvo éxito en su empresa, pues Xifré acabó por vender su suntuoso palacio madrileño en 1914 y se marchó a vivir a Suiza” (En: “La literatura alquímica española entre dos siglos (1889-1946)” de José Rodríguez Guerrero: http://www.revistaazogue.com/expo1.htm). Lo anterior confirma otra similitud entre Paraf y Jobert: su interés (y presencia) por España y América. Sí, al igual que el célebre Fulcanelli… Pero esto es materia de otro estudio que esperamos dar a conocer pronto.

21 Véase nuestro artículo “Literatura y Tradición”, en: http://www.bajoloshielos.cl/14fritz.htm

22 “Un episodio nacional”, Op. Cit., p. 31.

23 “Un episodio nacional”, Op. Cit., p. 31.



(Capítulo de mi próximo libro "Encrucijada. Chamanes, brujos y alquimistas")

EL CULTO A LA SERPIENTE. ¡YA ESTÁ DISPONIBLE!


INDICE DE MI ULTIMO LIBRO: El culto a la serpiente. Fragmentos de una creencia prohibida

-INTRODUCCIÓN: LOS ANCESTRALES RITOS DRACONIANOS

LIBRO I:

-LA SERPIENTE MÍTICA. UN MITO IMPOSIBLE DE RASTREAR.

1.- Egipto

2.- Grecia

3.- Mitología nórdica

4.- Japón

5.- India

6.- China

7.- Judaísmo y Cristianismo

8.- América

9.- Otras mitologías

LIBRO II:

- ESOTERISMO Y CULTOS OFÍDICOS.

A.- EN LA ANTIGÜEDAD.

- Los gnósticos

- Los tántricos hindúes

- El culto vudú

- Los alquimistas

B- EN LA MODERNIDAD.

- Aleister Crowley

- O.T.O.A(“Ordo Templis Orientis Antiqua”)

- Orden Tifoniana

- Orden del Dragón Rojo

- Orden de Apep

-APÉNDICE:

I.- EL SÍMBOLO DE LA SERPIENTE EN CHILE.

II.- EJERCICIOS DE TRABAJO MÁGICO EN TORNO A LA SERPIENTE.

III.-BREVE NOTA SOBRE LA SERPIENTE EN LA LITERATURA FANTÁSTICA Y DE HORROR MODERNAS.

                                          ******

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En los dominios de la Serpiente (Sergio Fritz)



Bosquejo de ilustración por Visceral.


1.-
KURT KEISSELL

Kurt Keissell es un nombre perdido dentro de la historia del mundo. Perdido, como el de tantos millones que se amontonan en esa niebla voraz que llamamos tiempo. La memoria es algo frágil y cruel. Al igual que en una lotería, los premiados son pocos. Y Keissell fue devorado por el olvido... hasta ahora, que deseo rescatar su valentía y hablar sobre su extraño caso, del cual el destino me hizo partícipe.

Vivió en una extrema soledad, unido a pocas cosas: libros de arqueología, recortes de diarios, ensayos sobre mitologías variadas. Como Charles Fort, fue un asombrado compilador de conocimientos arcanos y prohibidos.

Lo conocí en la Biblioteca Nacional. En aquella época ya trabajaba como bibliotecario, haciendo un reemplazo. Debido a la cortesía y puntualidad en mi llegada, postulé con éxito a un puesto fijo; siendo destinado a la sección de Historia. En esa sala pude ver cómo dos o tres veces a la semana un personaje rubio, de tamaño alto, ojos claros refugiados en unos lentes de gruesos marcos y voz cavernosa, solicitaba libros relacionados con un solo tema: la serpiente en las culturas y religiones. Recuerdo haberle entregado libros, revistas y separatas vinculadas con el culto a la serpiente, los dioses Nagas y aspectos de la mitología chilota y mapuche referentes a las serpientes Caicai Vilú y Trengtreng Vilú.

Debido a lo inusual de su búsqueda, he de confesar que no hallaba el momento de entablar conversación con este caballero misterioso.

Una mañana en que la sala estaba prácticamente vacía, decidí abordarlo. Como suele ocurrir cuando se desea conocer a alguien, partí con palabras nada profundas, comentando la ausencia de lectores en el establecimiento aquel día. Al ver que ello no generaba más reacción que la de una simple afirmación, decidí atacar con mayor precisión; y, con la excusa de que tenía material sobre su interés (esto era cierto, aunque el texto no era de la institución sino mío, hallándose en mi hogar; libro que, por lo demás, trataba sobre aspectos mágicos y no propiamente folclóricos), pude entablar una conversación más libre y generosa, aunque todavía insuficiente. El nexo se había logrado, y, cada vez que pedía un texto, me saludaba con amabilidad para luego intercambiar algunas expresiones que iban más allá de lo bueno o malo del clima. Con el tiempo se generó una complicidad entre ambos; y, un jueves, a poco de terminar la jornada laboral, me preguntó si sería tan amable de acompañarlo a su hogar a fin de conocer el objeto de su investigación.

Aun cuando me sorprendió dicha invitación, era lo que había esperado. Envié un mensaje al email de un amigo, cancelando una reunión acordada para el atardecer con antiguos compañeros del liceo; y me puse la chaqueta, para dirigirme con Keissell al exterior.

El hogar de mi nuevo amigo se encontraba en el centro de Santiago, a pocas cuadras de la biblioteca. Era un departamento bastante ordenado y repleto de libros en estanterías que cubrían casi todas las paredes. Los textos, pude ver, se referían a mitología, religiones comparadas, arqueología y ciencias ocultas.

Me sirvió un café y unas galletas.

Mientras transcurrían las horas y la noche empezaba a extender su imperio, yo veía como Keissell se transformaba en un ser apasionado, que hablaba sobre amenazas extraterrestres, cultos proscritos y un futuro ominoso para la humanidad.

Su voz se elevaba, tomaba el cigarro nervioso y miraba desde el balcón hacia la noche como extasiado. Parecía un profeta loco, el mensajero de una secta o quizá un científico rechazado por la academia que anhelaba una venganza intelectual.

Quien viese y escuchase a Keissell esa noche, podría haber pensado que debido a su soledad, aquél estaba alejándose de la realidad y la sensatez, viviendo en un nerviosismo extremo, enfermizo. Y, sin embargo, su sinceridad era evidente (o al menos, a mí me pareció), como la lógica de sus argumentos, que, por extraños que pudieran ser, no dejaba de acompañarlos con pruebas, citas, y silogismos.

Señaló que el interés por las serpientes radicaba en la existencia de un culto primigenio en donde los ofidios eran el símbolo de una monstruosidad que acechaba en el tiempo a la raza humana. A través de distintas formas, los adoradores de la serpiente intentaban hacer renacer su credo y extenderlo al globo. Los ritos siempre eran brutales y sangrientos. En el fondo, anhelaban el caos, lo que sería propicio para el despertar de seres abominables, tales como hombres-serpientes, hombres-peces (“dagones” y “profundos” los llamaba), y hombres-alados (entre los que había piuchenes, vampiros, etc). Pero, existían más horrores, y los anteriores no eran sino solo los servidores que estaban en un estadio intermedio de poder. Los dioses en realidad eran otros: les llamaba los Antiguos, y eran serpientes gigantes, seres idiotas de grandes poderes y bestias tentaculares, entre otros. Todo ello me recordó al escritor de ficción de horror Howard Phillips Lovecraft y su mundo repleto de criaturas del mal. En efecto, me respondió, Keissell, Lovecraft había vislumbrado, “intuido”, desde la literatura tales seres; pero, la mitología de casi todos los pueblos ya era suficiente expresiva. Señaló que algunos ocultistas como Kenneth Grant vieron esta relación entre serpientes y Antiguos “lovecraftianos”; y que él había seguido la pista de estos investigadores. Es más, me señaló que antes de morir Grant le dio una carpeta inédita con sus investigaciones, de las cuales él era heredero.

El amor por la mitología le había permitido a Keissell descubrir la importancia de América en el culto a la serpiente. No por nada Quetzacóatl y Kukulkan eran serpientes emplumadas veneradas en el viejo México. Kukulkan recordaba al nombre Kutulu (¡el Cthulhu de Lovecraft!). La cultura de San Agustín, en Colombia, también había representado su adoración a la serpiente en esculturas. El pueblo Chan Chan en Perú, hizo algo parecido en sus edificios. Otro caso era el pueblo cañari (“hijos de la serpiente”), que fueron adoradores del ofidio, y que según ciertas leyendas el fundador de ese pueblo antes de desaparecer se transformó en una serpiente, sumergiéndose en un lago. Pero, América lo había proveído de una fuente que le permitía ampliar sus estudios: la creencia chilota como mapuche en un conflicto ocurrido ab origine entre dos serpientes: Caicai Vilú Trengtreng Vilú. Esta dualidad representada entre la serpiente de agua (Caicai Vilú) y otra de tierra (Trengtreng Vilú) no era otra cosa que la eterna lucha entre bien y mal. Aunque Caicai Vilú fue derrotada, sin embargo su culto se habría mantenido por milenios, aunque en las sombras. Y era especialmente en la zona donde se libró la gran batalla, en la zona comprendida de Araucanía a Chiloé, al sur de Chile, donde se estaban realizando ciertos actos que según Keissell tenían relación directa con el renacer y recrudecimiento del culto antiguo...

Ello era lo que le obligaba a ir al sur chileno, primero a Chiloé y luego a un lugar de la costa de Araucanía llamado Nehuentúe, pues un conocido mapuche de la capital le había hablado sobre una machi de esa localidad que a ciertos lonkos le había advertido sobre la existencia de kalkus (brujos) que estaban intentando hacer volver a la serpiente Caicai Vilú.

Deseaba detenerlos, pues de lo contrario la humanidad peligraba.

Me demoraré un mes... Eso espero. Sino retorno, algo habrá salido mal.

Esas fueron sus palabras. Las últimas que oí.



2.-

HACIA EL SUR

El periodo que siguió al encuentro relatado, fue muy extraño. Tanto a nivel personal como nacional. A los pocos días de los hechos relatados, asumió una nueva jefatura en la Biblioteca Nacional. Para desgracia mía, el grato ambiente anterior se vio menoscabado con la presencia de un funcionario que solía importunarme por cualquier cosa, lo que desencadenó en que terminara renunciando. A nivel nacional, ciertas situaciones me llamaron la atención. Por un lado, la serie de temblores y bravas marejadas en la zona austral, en un amplio perímetro comprendido desde la Araucanía hasta parte de la Patagonia; una ola de suicidios en Aysén (la que recordaba la acaecida entre los años 2000 y 2006); los constantes incendios en parques forestales, perpetuados por desconocidos; como la agitación de los mapuche por sus demandas territoriales, que habían tomado una violencia inusitada. Todos estos hechos me alertaron, siendo imposible no rememorar los dichos de Keissell.

No sé si fue debido a este cúmulo de hechos, que mis acostumbrados prosaicos y plácidos sueños derivaron en pesadillas. Lo cierto es que una fuerte inquietud empezó a apoderarse de mí desde aquel tiempo.

Cuando transcurrió más de un mes sin tener noticias de Keissell, tal malestar derivó en algo peor: un miedo y un pesimismo que me impedía buscar trabajo o hacer cualquier actividad importante de manera normal. Finalmente, lo decidí: Iría a Nehuentúe, aquel lugar del cual me habló. Y ello a pesar del recrudecimiento de las luchas entre mapuche y fuerzas policiales. ¡Esa era la única forma de saber qué había ocurrido con Keissell! Para ello, solicité ayuda económica a mis padres, sin entrar en detalles explicativos sobre mi viaje. Ellos entendieron que yo necesitaba relajarme y pasar las penas producto de mi renuncia laboral, por lo que no solo evitaron toda objeción al proyecto, sino que, por el contrario, me apoyaron sin vacilación.

La llegada a Nehuentúe fue complicada en extremo. En el bus a Temuco una mujer indígena me escupió el rostro sin mediar provocación de mi parte. El vehículo quedó detenido por media hora debido a que una de sus ruedas se rompió. Y como si fuera poco, los carabineros hicieron bajar a todos los pasajeros un poco antes de llegar a Temuco, porque según sus dichos “estaban buscando a un terrorista”... Al no hallarlo, el viaje continuó; pero debí alojarme en la ciudad dado que se me había hecho de noche.

A la mañana siguiente tomé un bus a Carahue, y de allí conseguí que un taxista me llevase a Nehuentúe. La belleza del lugar no era suficiente para calmar mi ansiedad. Sin tener plena claridad de lo que haría, pregunté a los habitantes del pueblo por mi amigo. Como tal vez su nombre no les dijera mucho, o al menos buscarlo sólo por su denominación podría ser restrictivo, opté por hacer una descripción física de él. ¡Y ello dio prontos resultados!

Unos jóvenes recordaban haberlo visto unas dos semanas atrás. Lo notaron muy nervioso y cansado. Se habría alojado en el hospedaje Estrella de Arauco, decían. No podían corroborarlo. Pero, lo que sí aseguraban era haberlo observado caminando junto a la machi Carmen Caliqueo en dos o tres ocasiones.

Al ser interrogados acerca de si era factible ir a su vivienda, me dijeron que lamentablemente la machi había muerto hace solo unos cuatro días. Hasta hoy agregaron, no se explicaban el móvil del homicidio, pues según ellos pensaban no había nadie en el pueblo que no la admirase, dado su gran conocimiento en materias espirituales como medicinales y su evidente bondad. Había sido encontrada cerca de la carretera, y sus vestimentas y cuerpo delataban que había sido arrojada desde un vehículo a gran velocidad. Pero, eso no era todo: había sido decapitada.


3.-
EL BREVE DIARIO

Luego de estas lúgubres noticias, recorrí la zona costera, para despejar mi mente. Frente a las olas, recapitulé los últimos acontecimientos que había vivido. Y quise buscar una explicación a todas estas muertes, a todos estos sucesos que estaban rodeando mi vida, desde el momento que conocí a Keissell. Y, contra mis deseos, no me quedó otra posibilidad que encontrarle razón. Sus palabras, cual profecía, se iban cumpliendo de manera rápida y eficaz.

Fue en esas meditaciones, cuando deduje que si Keissell estuvo en este pueblo, lo más posible es que haya morado en una pensión. Además, ¿no me habían mencionado los jóvenes a la Estrella de Arauco, como un lugar donde pudo haber estado mi amigo? Dejé, entonces, la brisa marina y me encaminé hacia las calles sin pavimentar, en búsqueda de la pensión u hospedaje.

Como imaginé no fue tarea difícil hallarla. Era una casa de dos pisos, pintada de color azul y con un viejo letrero que amenazaba caerse. Para ser sincero, el inmueble no me dio buena impresión, a pesar de ser la fachada desde un punto de vista arquitectónico bastante aceptable. No sé cómo explicarlo, pero esa casa rezumaba una suciedad invisible y una decadencia que impactaba a mi ser. Pero, claro, no existía otro lugar de hospedaje. No había más alternativa. Así que toqué el timbre y abrí completamente la puerta que alguien había dejado semiabierta. Al poco rato, apareció una mujer gruesa y desaliñada. Estaba vestida con un desgastado traje azul, que vi impregnado de grasa. Posiblemente había estado preparando un pollo o pescado pensé. Sus labios eran gruesos y no sé porqué la asimilé con un reptil. Luego del saludo de rigor, me sorprendió con la siguiente frase:

Debe ser Usté... Sí, Usté quien anda por ahí preguntando por el gringo... Mmm.... Bueno, pues creo que le dejó algo. A ver... A ver... Por aquí... por aquí.

Buscó debajo de la mesa y sacó un cuaderno.

Acá está. ¡Sí, éste es! Tome, su mercé. Antes de salir rumbo a ese lugar al cual nadie va, dejó esto.

Me lo entregó. Agradecí y me despedí, no sin antes preguntar el valor del hospedaje. Señaló un precio bastante bajo, que yo podría pagar sin problemas. Pero, como no era demasiado tarde y aun no decidía si me quedaría allí, fui primero hacia la playa a leer el texto.

Era un cuaderno bastante arrugado y manchado con tierra en sus tapas. La letra había sido escrita con lápiz pasta y constaba de cerca de 25 páginas escritas de un total de 80. Relataba el viaje desde Santiago a Chiloé. En este último lugar Keissell recopiló valiosa información sobre la mitología local, especialmente sobre la organización brujeril la Recta Provincia y el mito de la lucha entre las dos serpientes Caicai y Trengtreng. En eso estuvo un periodo de dos a casi tres semanas. Luego fue a Nehuentúe. Allí dejaría reflexiones del todo importantes, que me ayudarían a aclarar el misterio de su desaparición.

Obviaré las descripciones de los paisajes y otros temas inferiores, para conservar lo pertinente a sus pensamientos e intenciones, que sin duda es lo valioso.

He aquí el texto.

DIA 1 EN NEHUENTÚE:

Luego de un cansador viaje estoy por fin en Nehuentúe. Me alojo en una hospedería de precio conveniente, aunque exenta de comodidades. Pues, ¡bien!, lo único que me interesa es tener un lugar seguro donde dormir.

Mañana eso espero, podré contactar a la machi Carmen Caliqueo, de quien he oído muy buenas referencias en torno a lo que es sabiduría mapuche. Ella es quien habría mencionado a algunos lonkos de la zona, la presencia de kalkus.

DIA 2:

Anoche tuve unos sueños muy extraños. Me veía en un lugar de bosques oscuros, huyendo hacia el interior de seres mitad hombre, mitad serpientes. ¡Esto tal vez se deba a mis lecturas en torno a razas primigenias, vinculadas con la sierpe! ¡No sería extraño! De todas formas, fueron sueños horribles. Me deseaban atrapar para cumplir uno de sus rituales: el de ocupar un trono de piedra frente al mar, luego de ser cambiado mi rostro.

Por suerte, el día despejó las sombras de las pesadillas y fue positivo: conversé con la machi. Le expliqué que era amigo de M... Cariman, de Santiago, quien me había recomendado acercarme a ella con la finalidad de estudiar de parte de una conocedora sobre los cultos más antiguos de los mapuche. Me corrigió, señalando que en verdad lo que yo llamaba de esa forma, no eran más que las creencias y horribles prácticas de los kalkus o brujos negros, por tanto algo ajeno a la antigua espiritualidad mapuche.

Conversamos mucho. Es una mujer de sapiencia y notable amabilidad. Incluso me ofreció quedarme con su familia unos días; pero, como no deseo abusar, desistí de aquéllo.

DIA 3:

Recordando y estudiando más sobre la mitología mapuche, la chilota como además los procesos judiciales llevados a cabo en Chillán como en Chiloé en contra de los llamados brujos, me sorprende la importancia de la serpiente como guardiana de la cueva de los kalkus. En algunos lugares se le denomina culebrón y las descripciones recogidas por los folcloristas son bastante repulsivas. Llama la atención que en un país como Chile donde casi no hay variedades de serpientes y las que hay sean de tamaño pequeño comparadas con las de los países selváticos y tropicales, se le dé tanta importancia a tal animal.

La razón debe ser ésta: En ciertos círculos esotéricos se dice que el sur de Chile corresponde al sexo del mundo; por tanto, nuestro país es el lugar donde se asienta la serpiente Kundalini de los hindúes, de donde proviene la energía sexual: fuente de vida y muerte, energía caótica, que debe ser disciplinada para ascender.

DIA 4:

Continúan las pesadillas. Me levanté a media noche y bajé al primer piso con la intención de salir a caminar y refrescar mi cerebro; pero, una conversación entre la dueña del hospedaje y quien creo ha de ser su marido me lo impidió. Hablaron sobre --------------------- (Aquí la página había sido arrancada, perdiéndose el texto, hasta una parte que decía: “Todo esto me provoca un miedo indescriptible. Pienso que ALGO saben sobre mis investigaciones”).

DIA 6:

¡Es tanto lo que deseo escribir, narrar; pero el tiempo apremia! He continuado las conversaciones con la machi, quien me indicó en un tono de preocupación que en la aldea de Huecuhue (al norte de Nehuentúe) se han estado incrementando los ritos sangrientos de los kalkus. Se habrían inmolado vacas y cerdos en cantidades importantes, y no se duda que también se hayan sacrificado niños... Al preguntarle sobre su informante, me dijo sonriente: “Las machis tenemos nuestros propios aliados y fuentes de información”.

Carmen Caliqueo me ha expresado que si deseamos detener el culto serpentino y su poder, urge apersonarnos en Huecuhue a averiguar qué se está efectuando e intentar frenarlo... No niego que esto me atemoriza, pues si bien he leído mucho sobre los poderes de los brujos, otra cosa es presenciarlos. ¡Y como creo en los relatos orales y escritos al respecto, estos son inmisericordes! A veces la muerte no es lo peor... Y hay maldiciones que van más allá de la tumba.

DIA 7:

Dejaré en este lugar este breve cuaderno como testimonio de mis pensamientos y experiencias recientes. En el eventual caso que mi joven amigo de Santiago llegase a conocerlo, le sería de utilidad en tanto confirmaría mis aprensiones sobre lo que está ocurriendo en esta zona del mundo, respecto a las cuales él pudo dudar en cierto momento, lo cual no podría criticarle... ¡Quiera Dios que llegue a alguien!

DIA 8:

Mañana viajaré con la machi a Huecuhue. El lugar está a poco menos de dos horas de camino a pie. Me dijo que es recomendable no utilizar medios de transporte, y que saldremos a las 20 horas. Así evitaremos que sospechen de nosotros. Aun cuando Nehuentúe es un pueblo pacífico y “del lado bueno”; la machi me ha dicho que los últimos días ha tenido ciertas visiones de que podría haber aliados o emisarios de los kalkus, incluso acá.

Llevaré una botella con agua, un saco de dormir y dos linternas.”


Hasta aquí el texto.

Mi sensación luego de su lectura fue la de un espanto que heló la sangre. Temí lo peor. Sin embargo, decidí que iría a Huecuhue. Era posible que mi amigo no estuviese muerto, sino perdido o tomado prisionero. Pensé en solicitar ayuda a carabineros, pero aparte del hecho que estaban ocupados con el asunto de la violencia en ciertas reservas mapuches... ¡no me creerían! Iría igual. Tal vez aun pudiera hacerse algo...

4.-
EL DESENLACE

Al día siguiente almorcé en un restaurante, de esos típicos del sur chileno. Era un lugar oscuro, con una TV prendida y unos hombres bebiendo mientras conversaban casi a gritos. La comida era un caldillo de congrio, cuyo sabor era exquisito. El calor de éste me daría las energías necesarias para preparar el viaje.

Estaba ya finalizando, cuando llegó un viejo con ropaje sucio y pelo desordenado. (¿Un mendigo?). Venía excitado... Se acercó hacia la mesa donde estaban los hombres bebiendo. Sin mediar saludo, el viejo les dijo que algo tremendo había sucedido: el cuerpo de la machi había sido profanado. En la mañana familiares habían ido al lugar, cuando se sorprendieron al ver un foso y un montón de tierra al lado, donde debía estar la tumba de la machiAhora, su cadáver no yacía allí.

El mensaje me parecía revelador. ¡Debía actuar pronto! Me retiré del restaurante y fui a la posada, a manifestar mi intención de viajar a Huecuhue. La mujer de aspecto de batracio me miró con atención, gesticulando de una forma que no pude saber si era una mofa o un rechazo. Hizo un signo semejante a aquel que hacen los católicos cuando se persignan, pero en dirección inversa. Y luego dijo:

Usté no debe saber... O quizá sí... Se dicen cosas... Bueno, cosas na´ huenas sobre ese lugar. Piénselo otra vez. Yo, yo... no iría.

Y, sin embargo, me indicó cómo llegar. No quise perder más tiempo. Podía ayudar a Keissell si estaba aun vivo. Cada minuto podía ser decisivo en su rescate. Le pagué a la señora y me retiré. Al cerrar la puerta del hospedaje, creí percibir una risa. No deseé confirmarlo.

La tarde la destiné a preparar el viaje, comprando un par de linternas, varias pilas, bebestibles, un saco de dormir, un cuchillo de gran tamaño y algo para comer. Fui a la iglesia local donde estuve una hora; y luego intenté ubicar a los jóvenes que me hablaron sobre Keissell cuando llegué al pueblo, para contarles de que saldría de Nehuentúe y que si no volvía dentro de un día, que por favor llamaran a mis padres. Los encontré y les dejé el número celular de aquéllos y les entregué como recompensa un poco de dinero.

La noche empezaba a caer. Sin embargo, la luna era llena y alumbraba lo suficiente el camino costero hacia Huecuhue.

Durante mi andar, sentí pasos. Una vez que me volteaba a ver qué ocurría, se detenían. Esto afectaba mi estado nervioso. Pero, ya estaba lejos de Nehuentúe y no deseaba dejar solo a Keissell. Solo debía avanzar y cuidarme lo más que pudiese. Para mí ya no había retorno.

Las olas parecían más bravías y escuché a un ave que graznaba muy cerca mío. Era como si los elementos estuviesen en mi contra. Al menos ese lugar era inhóspito y por algo temido por los sureños desde antaño.

Pude ver unas quince a veinte casas. Eran de madera y todas pintadas de color azul. No vi a nadie en la caleta, hasta que percibí una especie de entonación visceral y molesta. Parecían voces humanas, pero en un estado anormal. Era como si quisiesen imitar el ruido de un animal. Agudicé el oído y escuché tambores que eran golpeados con suavidad, de manera monótona. También el sonido de flautas o con más certeza pifilkas, era parte del ritual.

Me dirigí hacia el lugar de donde provenía lo que parecía un peregrinaje, el que se dirigía hacia el mar. En la playa un grupo de unos treinta hombres y mujeres de movimiento torpes, junto a sus antorchas cantaban y llamaban a Caicai Vilú. En el centro del grupo divisé algo como rocas, y sobre ellas a gente, posiblemente los líderes.

Hubo un movimiento inusual de las aguas. Y desde el mar una especie de respuesta a las voces e instrumentos de los hombres. ¡Aquel sonido, si es que puede llamarse de esa forma, no lo podré olvidar jamás! Me recordó a las grabaciones de los delfines, y sus tonos extraterrestres... Era semejante, aunque más grave, sombrío, maligno.

Y luego, vi algo que hasta hoy dudo si era cierto.

La cordura es frágil y ante espectáculos como éste puede romperse. Por ello, no deseo dar otros detalles que éste: creo haber visto una serpiente gigantesca intentando salir del mar... Pero, algo falló y pronto retornó a las profundidades.

Se escucharon las loas de los acólitos del mal, quienes lanzaron las antorchas al agua en señal de victoria y se dispersaron por diversos puntos hacia sus casas.

Esperé que todos se retirasen, para salir de mi escondite, una roca.

Y luego fui hacia lo que pensé eran tronos pétreos...

Lo que vi me hizo huir, despavorido. Corrí, corrí, sin descansar, hasta llegar a Nehuentúe; pero, no me pareció confiable la hospedería, luego de haber leído el cuadernillo de mi amigo...

Aliados... Emisarios... Había dicho la machi a Keissell.

Me quedé en la ribera, esperando que el sol surgiera. Ya reiniciada la vida del pueblo, tomé un taxi, retorné a Carahue, luego a Temuco, y llegué a Santiago.

¡No deseo saber más del sur y sus espantos! Pues lo que vi eran los cuerpos de dos cadáveres sobre dos especies de bancas de piedra. Uno era el de un hombre, pero con el rostro de una mujer indígena. El otro el cuerpo de una mujer de aspecto mapuche... con el rostro de mi amigo.



Era ese uno de los ritos a los cuales Keissell había hecho referencia en sus anotaciones y en el cual él sin haberlo pretendido había sido partícipe junto a la machi.


(Relato incluido en la antología “Chile del Terror, Visiones Lovecraftianas”, Austrobórea ediciones, 2015)